"Todos los castaños están quemando por dentro". José Sierra repetía una y otra vez la frase mientras sofocaba las brasas que dejó el fuego a escasos metros de la casa familiar de Caranga (Proaza). Las llamas quemaron los castaños repoblados en la zona en 2011 y obligaron a cortar la carretera regional AS-228 entre Trubia (Oviedo) y la localidad proacina en las primeras horas de la mañana. Por suerte, el fuego que rodeaba el pueblo fue controlado a mediodía.

Pero las llamas seguían vivas en los montes ubicados entre Caranga y Bandujo. A un kilómetro del pueblo de origen medieval José Manuel Fernández observaba con resignación las llamas cerca de la cuadra de sus bisabuelos, que conservan con mucho cariño. El joven se desplazó con su padre a primera hora de la mañana a Bandujo tras recibir el aviso de un vecino. "Es una pena, estás aquí a verlas pasar como se suele decir y pensando que todo lo que hay alrededor es tojo, que prende rápido", señaló.

El viento ayudó a avivar las llamas, que hacían crujir los árboles de la zona, donde hay castaños, robles, fresnos y un extenso pinar. Si bien, por la altura a la que se encuentra Bandujo también hay extensiones de monte bajo que acelera el avance. Un desastre natural que Fernández lamentaba mientras miraba el fuego: "Lo peor es que el incendio acaba con lo mejor que tiene Asturias, su naturaleza".

Para ayudar a los Bomberos de Asturias en la extinción del incendio, el Ayuntamiento de Proaza envió a sus empleados municipales como refuerzo. Armados con palas recorrieron palmo a palmo el monte procurando no dejar ni una brasa encendida. El arduo esfuerzo de bomberos, trabajadores y voluntarios consiguió frenar el avance de las llamas en el monte proacín. Además, con la lluvia caída en la tarde de ayer pudieron dar por extinguido el incendio.

También apagaron el fuego ubicado en las cercanías de Buseco (Santo Adriano), que afectó al monte de utilidad pública Estopo y varias fincas privadas de castaño, así como en Bárzana (Grado). La lluvia ayudó a rematar el trabajo de los bomberos.

Las llamas ya han abandonado la comarca pero el recuerdo del fuego a escasos metros de las casas de Caranga siempre quedará en el recuerdo de sus vecinos. Una de las más longevas, Araceli Viejo, no podía hablar. Tan sólo acertó a mover las manos mientras se metía en casa con los ojos llenos de lágrimas. Seguro que echará de menos los castaños que daban sombra a su hogar.