El agua asturiana necesita viajar para sobrevivir. El empresario José Miguel Fernández Rodríguez-Carús, que nació en Oviedo, que encuentra sus raíces en Caravia y Ribadedeva, que vive en México, ya vende Fuensanta en cuatro continentes, pero ha asumido desde el principio que las peculiaridades del mercado del agua embotellada no le van a permitir esquivar la internacionalización. Por eso es ese su enfoque desde que hace este mes tres años adquirió la planta naveta. Por eso cuarenta contenedores, o 60.000 cajas de agua asturiana entran cada año en México, ahora su principal mercado exterior, donde asegura que ya está en "todos los puntos de distribución del país" -algo que no pasa en España- y donde se propone crecer hasta triplicar este año sus números en el país azteca. México se le aparece como "un mercado enorme", comenta por propia experiencia, pero el reto que lo acompaña es aun mayor. China. Ya hay agua de Fuensanta a la venta en el gigante asiático, pero poco menos que "en pruebas", "trabajando a muy poca carga, a marchas tranquilas" y con un proyecto para acelerar el ritmo y "vender mucho en China", a sabiendas de que en aquella inmensidad casi "podemos crecer lo que nos dé la gana".

En la Ciudad de México, en la visita en la que esta semana una delegación empresarial e institucional del Principado trató de agitar la búsqueda de intercambios comerciales, José Miguel Fernández no sólo habla de la bebida. A él también le hace falta algo sólido para acompañarla. El coste de transportar exclusivamente agua para vender al otro lado del océano "sería altísimo", así que precisamente hoy hace un año constituyó la comercializadora Feromo, que además de agua aprovecha los viajes transatlánticos y vende otros productos alimentarios de raíz asturiana en México. Ya comercializa las conservas Isla del Carmen y bacalao -además de aceitunas y aceite andaluz- y tiene planes para ampliar las conservas con las de la firma Eutimio, de Lastres, y la línea de bebidas con el exclusivo aguardiente de sidra que la Casería San Juan del Obispo elabora de forma artesanal en Tiñana (Siero).

Feromo son, además de José Miguel Fernández, Luis Miguel Roiz -también residente en México y enraizado en Pimiango (Ribadedeva)-, y en Asturias, Jorge Morán, presidente del Grupo Comunicalia. Los dos empresarios a los que el destino ha llevado a México dirán que escogen sus artículos mirando al mercado y al paladar mexicano, en algún sentido exigente y en algún sector buen consumidor de productos gourmet. "Es un nicho muy interesante", explica Fernández, animando a los otros exploradores que puedan surgir a su alrededor, porque aquí en sectores muy determinados de esta inmensa población agrada especialmente "el producto bueno, tanto el nacional como el importado. Tienen muy buen gusto" y les encaja un segmento muy concreto de la producción agroalimentaria asturiana. Por eso que dice él de que "México es uno de los países que tiene mejor montadas las secciones gourmet" y por aquello que estos días en la capital federal han repetido hasta la saciedad los responsables institucionales y los empresarios que han tratado de vender sus capacidades en el país azteca. Que lo asturiano pesa en México, que la colonia del Principado es grande y abre puertas principales. Que la huella de los asturianos que hicieron la maleta para viajar a este punto de Norteamérica entre los siglos XIX y XX -y que el filólogo y directivo del Centro Asturiano de México Aurelio González cifró estos días en 330.000- sigue dando de mucho de sí décadas y décadas después.