El veterano sacerdote Ángel Garralda, afincado en la iglesia de San Nicolás de Bari desde 1957, puso ayer su prodigiosa memoria al servicio de la Semana Santa de Avilés -la misma que tanto contribuyó a impulsar- para glosar de forma tan exhaustiva como amena la evolución que esta manifestación religiosa ha seguido en la ciudad durante el último medio siglo, que es el tiempo durante el que este cura navarro lleva predicando en Avilés. Ha sido un tiempo de apogeos y recesiones; los primeros, según Garralda, tuvieron siempre que ver con la profunda devoción por la Semana Santa que está arraigada en Avilés y las segundas fueron debidas a múltiples factores, alguno de ellos tan aparentemente peregrino como la llegada al parque automovilístico español del popular Seat 600.

Así lo explicó el sacerdote: «El auge económico vivido en la España de los años sesenta trajo consigo la proliferación del Seat 600 como utilitario al alcance de todos los bolsillos. Y con el coche, llegó el concepto, antes desconocido, de las vacaciones de Semana Santa. Los avilesinos empezaron a ir de viaje en estas fechas, y la Semana Santa acusó el golpe». Afortunadamente para la brillantez de las celebraciones penitenciales, lo que el Seat 600 quitó pronto lo devolvieron otros modelos de coche, esos que trajeron y aún hoy traen a Avilés a cientos de turistas atraídos por el espectáculo de las procesiones y la expresión de fe católica que se vive en esos días.

Garralda repasó el impacto negativo que tuvieron en la Semana Santa momentos históricos como el posconcilio Vaticano II -«algunos curas dejaron de acudir a las procesiones», lamentó el sacerdote- o la instauración de «una democracia mal entendida» en España. En este punto, el párroco de San Nicolás recuperó para el público que acudió a su charla, enmarcada en los actos previos a la Semana Santa de Avilés, aquel polémico pasaje de la «guerra de los balcones» que tuvo como antagonista del cura de San Nicolás al ex alcalde socialista Manuel Ponga, quien negó a Garralda el uso del balcón del Ayuntamiento para dar el Sermón del Encuentro alegando que España había pasado a ser «Estado aconfesional». Ni corto ni perezoso, Garralda buscó otro púlpito -«será porque no hay balcones en la plaza de España»- y censuró la postura de Ponga con una carta pública incendiaria. Lo cierto es que aún hoy el balcón municipal está vetado para usos religiosos.

Como contrapunto a los «baches» de la Semana Santa, Garralda vinculó la fortaleza de estas celebraciones en la ciudad con la presencia franciscana: «No es casualidad que las dos únicas localidades asturianas que conservan templo franciscano, Avilés y Villaviciosa, tengan las mejores semanas santas de la región».