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Una pareja dorada

Marco Antonio García de Paz y Elena Rosso, que se conocieron y se enamoraron por la música, son el alma del coro "El León de Oro", que cosecha éxitos desde hace años

Elena Rosso y Marco Antonio García de Paz, en el Museo Marítimo de Luanco. Mara Villamuza

"El león de oro" es ya un mito no sólo de Luanco, sino de toda Asturias. Y lleva camino de serlo en el mundo. Al menos del canto bello y afinado de lo coral, tan sutil, tan ingrávido, tan que llega al alma y queda instalado en un rincón de ella para siempre.

Tiene nombre de bar. O de pub, precisaría yo un poco mas. Vemos ese nombre en cualquier villa o pueblo inglés, francés o alemán. Suena muy bien en cualquier idioma, como el coro al que dio nombre un día de hace ya casi dos décadas cuando nació en el propio bar luanquín que ahora lo lleva orgullosamente como bandera mundo adelante.

Nació sencillamente de un grupo de amigos para cantar habaneras y canciones marineras en un Socorro de febrero, la fiesta grande de nuestros míticos marineros. Y por extensión, de todos los que nacemos allí.

Y de canciones de chigre por puro divertimento, ha pasado, por obra no de la magia (que también) sino del talento de una pareja que empezó catando, que se conocieron cantando, y cantando también les nació el amor. Y un toque sobrado de eficiencia y entrega les está llevando a la excelencia y al reconocimiento mundial.

Y como son tan jóvenes, lo mejor está por cantar y escribir.

Cantando nace el amor

Es una pareja como de cine. Podrían parecerse a Fred Astaire y Ginger Rodgers, que se odiaron de tanto bailar juntos. O a Cyd Charise y Gene Kelly, que marcaron otra época del mejor musical americano. O a Vivian Leigh y Laurence Olivier, que siendo ambos geniales supieron separar su talento y dedicarse a la vida y a dar vida a unos personajes que no se llevará nunca el viento.

Son jóvenes, guapos, atractivos, preparados, con talento, con dedicación, con modestía, con inteligencia y sensatez a flor de piel en cada mirada, en cada cosa que sale espontánea, pero que a la vez les sale del corazón.

Marco Antonio ha encontrado a su Cleopatra en Luanco. Aunque bien podría ser Helena de Troya. Pero el destino y el amor al canto y a la música les llevó al amor verdadero.

Una película en blanco y negro de principios de los 40 se llamaba "Bailando nace el amor". La pareja era Rita Hayworth -que aún no había nacido al mito de "Gilda"- y Fred Astaire, al que buscaban pareja por disputas y celos con Ginger Rodgers. El amor sólo era de película. Pero a veces la vida supera al arte.

Marco tiene 41 años y ya nació en Luanco. Sus padres son de León capital y se vinieron como tantos emigrantes interiores de aquellos tiempos. No todo era "vente a Alemania, Pepe". Se apellida García de Paz y sitúa sus orígenes en Basauri. Sus padres se dedicaron desde siempre a la hostelería. Regentaron en el propio Luanco el viejo bar de La Playa para independendizarse y llevar su propio bar. De ahí nació "El León de Oro".

-Supongo que el nombre sale de ahí, de la procedencia de mis padres. Y que es muy sonoro. La verdad es que tuvo desde el principio mucho éxito porque su paso por la playa les hizo muy populares y queridos.

Yo añadiría que es un clásico en la digamos primera plaza de oro del pueblo. Y que continúa porque saben renovarse y porque su familia sabe lo que es tratar bien a la gente. Hoy parece un bar nuevo. Y es parada obligada de amigos en la noche.

Elena Rosso es cinco años más joven: 36 años. Nació en Berna, Suiza, hija también de emigrantes en este caso externos. Su padre salmantino y su madre gallega se conocieron allí. Es hija única. Un hermano de su padre Rosso le habló de Luanco, que era una zona ideal para trabajar y se vinieron todos cuando ella tenía sólo 4 años. Así que se considera fata absoluta.

La vida no los llevó a conocerse hasta la pubertad, pero se iban tramando los hilos y caminos por su afición común a la música. Y su pasión por llegar a ser músicos. Que lo son. Lo del cantar y lo del amor llegaron añadidos en esa andadura llena de solfeos.

Ella desde niña, niña, bailaba, tocaba la guitarra y hasta el órgano. Lo llevaba en los genes. A los seis años empezó a tomarse en serio lo del piano, que es su instrumento. Hizo la carrera por libre, con una estupenda profesora de los virtuosos de Moscú, porque no le motivaba el Conservatorio de Oviedo. Su profesora si la motivó y canalizó ese talento musical que ya apuntaba desde tan niña. Piensa que fue buena estudiante y una chica de lo mas normal con una niñez feliz.

¿Y cómo entró Marco en tu vida?

Se ríen los dos. Se miran a los ojos.

-Pues muy mal. Mi padre le idolatraba y de tanto hablar de él, se me había atragantado. Eran muchas horas de clases de violín -que es el instrumento de Marco- y era muy serio y estricto.

Se fueron conociendo en clase de la Santa Cecilia de Luanco. Y a "refrescar" cuando ella tenía 16 naños.

-Fue en el verano del 93, justo hace poco mas de 20 años- precisa Marco.

-¿Tú también naciste músico?

-Sin duda. No tenía otra afición desde bien niño. Por eso me llevaron a los 8 años a Covadovonga, para tomarlo mas en serio. La Escolanía me marcó para siempre, aunque luego me fuera a León a los 14 años para estudiar solo música. Es lo mío. Y el violín, mi gran pasión, coral aparte. Así que tuve una gran suerte en mi preparación tan completa, que luego tanto me ayudó para que el coro fuera alcanzando ese gran nivel. Y el que también tuviera como profesor a uno de los virtuosos de Moscú, que era un gran maestro.

Luego, ya de vuelta a Luanco, empezó a dar clases y a dirigir coros. Le encanta Luanco. Dice que es el sitio perfecto para vivir. Y en cuanto se casaron compraron un piso y ambos creen que nunca se moverán del pueblo. Aunque combinen sus clases en Candás y Avilés, siempre les queda su amado coro.

-La idea fue de mi hermano Julio. Volvió el furor de las canciones de chigre, marineras y habaneras en todos los bares para las fiestas del Socorro. Era el 96. Y un grupo de habituales al bar y amigos se apuntaron. Así nació todo- explica Marco.

Lo que en principio era más o menos una afición común se fue conviertiendo casi en su otra profesión. En dos o tres años ganaron en madurez y experiencia y llegaron los primeros premios: dos veces el Villa de Avilés. Y Elena se incorporó al grupo. Y hay más premios. Especialmente importante fue el de San Vicente de La Barquera, de fama internacional.

Y de ahí, a los conciertos en los fines de semana. Todo altruista. "No profit", sin ánimo de lucro, por amor a la música. Y ahora son 44 voces que son felices dedicándose como profesionales-aficionados a lo que más les gusta.

-Es sacrificado, justo lo que les falta a los coros que nacen en Luanco para El Socorro y luego desaparecen a los pocos meses. Esto no es sólo afición, aptitudes y que te guste. Mucha gente prefiere no ensayar y pasar el fin de semana con su familia. Nada que objetar. Pero esto no deja de ser una misión que o se toma en serio o si no, mejor dejarlo.

-¿Vivís de subvenciones, entonces?

-Al principio sí. Aún tenemos dos que son escasas: del Principado y del Ayuntamiento de Luanco. Pero al ir progresando y ganar premios y prestigio internacional, nos hemos ido creando nuestro propio medio de vida. Somos uno de los pocos coros que hace conciertos con cierta asiduidad. Y ese prestigio nos permite cobrar entrada y pagarnos nosotros los gastos. Eso también nos da libertad para elegir los sitios y el repertorio.

-¿No es un pelín elitista, como critican algunos?

-No, es que hay confundir huir de la pachanga y mantener la tridición. No es lo mismo que todo sea una juerga y se pierda el rigor. La tradición no está reñida con el progreso. Se puede viajar en coche de caballos y a la vez en un BMV. Amor y rigor son dos de nuestros lemas.

-¿Y el secreto? ¿Dónde reside la llave del éxito que desde un pueblo y sin apenas medios estéis conquistando el mundo? No sois profesionales.

Marco mira de nuevo a Elena. Defiende estas tesis muy serio, sin ninguna petulancia y yo añadiria que cargado de razón.

-Treinta de los que cmponen el coro, digamos, de grandes son de Luanco. Y creo que la virtud es que son jóvenes, 30 años de media, y saben cantar desde niños. Así que tenemos un gran nivel y un repertorio diferente. No sonamos mecánicos ni metálicos, el nivel es prácticamente profesiona. Esto de dicarsarse a cantar en coro no tiene mucho futuro si te profesionalizas, la fórmula fracasa. Por eso nosotros nos mantenemos: somos todos "amateurs" pero con nivel de profesionales. Eso es muy importante tenerlo en cuenta.

Sospecho que no todos pueden llegar a esa excelencia si no se tiene verdadera vocación. Ese ministro de Cultura que da tanto la nota, desafinaría mucho en este coro porque defiende exactamente lo contrario.

-Por eso cuando nos escuchan por primera vez, todo el mundo se sorprende. Y al notar la diferencia nos respetan y nos admiran. Y en todas partes nos quieren. No sé si está bien que lo digamos nosotros, pero así es. Por eso nos hemos buscado esta forma de trabajo al advertir ese grupo de aficionados que está naciendo en tantas partes.

-¿Y qué va a pasar si seguís creciendo?

-No lo sabemos. No queremos crecer mucho más, puede que en algun momento se nos escape de las manos. Ya sé que viene gente de todas partes para trabajar con nostros, les gusta la fórmula y la forma, pero tememos ser profesionales. Porque todos tenemos otra profesión, saunque esté telacionadona con la música. Pero tambien se corre el riesgo de morir de éxito.

-¿Enseñáis también a ser directores de coro?

-Sí, sí, es un vivero de directores. Ahora van formando en sus ciudades o pueblos o barrios sus propios coros, pero sin que dejen el nuestro.

El famoso coro tiene una peculiaridad que tal vez sea única. Tiene ya tres coros perfectamente delimitados por sexos y edades. El padre de todos es el grande de las 44 voces. Los peques lo forman nada menos que 45: entran de niños, se van formando y aprendiendo, y cuando están listos dan el paso al grande. Y hace un año nada mas nació el "Aurum", formado sólo por chicas: treinta. La fórmula es la misma.

Marco dirige el importante. Elena a los peques y a las chicas.

¿No recuerda esto a la Escuela de Mareo?

Seguro que en esos otros grupos, o al mezclarlos, el amor tambien nace cantando.

¿Hay celos artísticos?

He elegido el bellísimo Museo Marítimo de Luanco para esta entrañable charla. Así que me lanzo a navegar por aguas más personales: el factor humano que tanto nos gusta conocer de primera mano.

La pareja tiene muy bien repartidos los papeles. Y aunque Elena canta, y muy bien, en el coro grande y la dirige su marido y maestro Marco Antonio, los nuevos coros crecen y amenazan con mordisquear el éxito a los grandes. ¿Hay celos? Me refiero a los artísticos.

Elena toma la palabra.

-No, ninguno. El peso lo llevamos en pareja.

Marco precisa como buen maestro.

-Ella me critica más a mí que yo a ella. Pero no son celos. Nos admiramos mutuamente y sabemos nuestros papeles y responsabiliades.

-¿Pero hay crítica?

-Sí, claro. Elena asiente. Pero siempre positiva. Hay piques y celillos, pero siempre en buen plan, para mejorar las cosas. Pero me duele más que nada que no me digan nada cuando estoy bien o sale una cosa muy bien. Recuerdo que alguien del coro una vez se enfadó mucho cuando no apareció su nombre en el programa por accidente. Si tu mujer no te dice un día que no te quiere, no significa que no te quiera. Te lo dice alguien de fuera y muchas veces es falso.

Easta maravillosa pareja tambien podría ser la protagonista de "Pigmalión", la clásica función de Bernard Shaw que fue la base nada menos que de "My Fair Lady", tal vez el mejor musical de todos los tiempos. Profesor y alumna que se enamora del maestro.

-El es todo para mí. Yo pasé de estar harta de él a admirarlo y quererlo. Yo no sabía nada de todo esto de coros, que es un mundo apasionanate. Nuestros roles están muy claros y nos respetamos mutuamente.

-¿Os gustaría tener hijos?

Nuevo intercambio de miradas. Pausa. Elena habla primero.

-El peso lo lleva la pareja. Si yo fuera sólo cantante, seguro que ya tendríamos hijos. A los dos nos gustan mucho. Aunque yo siempre digo que al dirigir a los peques tengo mi cupo de ser madre muy bien ocupado.

-¿Pero os lo habéis planteado?

Es Marco el que piensa un poco.

-Sí, sí. Puede que suceda pronto. Dependería un poco de la intensidad del trabajo. Hemos adquirido una gran responsibilidad con todo estye gran equipo y no queremos prescindir de ella. Ser padres ahora, nos condicionaría un poco. Ya veremos.

Ya he contado lo que les gusta Luanco, que no se moverán de él. ¿Pero que le falta al pueblo? No dudan los dos.

-Un centro cultural. Es increíble que un pueblo así no tenga un lugar donde hacer un concierto o un ballet o una ópera. Debe ser el único.

Por eso elegí yo ir al Museo y hacer también las fotos. Es donde ellos suelen dar unos memorables conciertos para admiración del pueblo.

Ella:

-Y un concurso coral importante. De alguna manera, Luanco fue el primer lugar donde se hizo el primer concurso de coros aficonados con los populares cánticos del Socorro por chigres y bares. Debería organizarse eso con un concurso más abierto sin que pierda esa personalidad.

Dos interesantes iniciativas. Que tome nota alguien. No podía tener mejor final este encuentro afinado con dos voces tan de cine. Y todo esto sucede en Luanco, que lleva sin cine hace casi veinte años. Somos un pueblo de fatos, ¿tal vez por eso?

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