La amenaza de cierre se cierne sobre las fábricas de Alcoa en Avilés y La Coruña, pero existen sombras sobre los verdaderos motivos. El anuncio de que la aluminera quedó sin bonus eléctrico para sendas plantas en la subasta celebrada la semana pasada, y la advertencia de la multinacional de que esta situación pone en entredicho su viabilidad, sacudió la comarca avilesina y provocó reacciones en toda Asturias. Más de 750 empleos se encuentran en la cuerda floja en un municipio de tradición industrial y que carga a sus espaldas con más de 8.000 parados. Y con el paso de los días crece la preocupación en el ámbito sindical y político ante el temor a que la amenaza tras la subasta de interrumpibilidad no sea más que la última excusa de la multinacional americana para seguir soltando lastre en Europa y deshacerse de unas fábricas a las que ya había puesto la cruz hace tiempo.

La capacidad de producción primaria de aluminio en el viejo continente se redujo en el último lustro en un tercio por el cierre de plantas (varias de ellas propiedad de Alcoa, como las italianas de Portovesme y Fusina), y por los recortes de producción (en Avilés y La Coruña, por ejemplo). El problema de Alcoa va más allá de los Pirineos y lo recuerdan constantemente desde la Asociación Europea del Aluminio: "El sector en el continente ha perdido competitividad a causa del coste al que le someten las políticas de la Unión Europea (UE)".

Para mirar al futuro de Alcoa es necesario mirar al pasado. El gigante mundial del aluminio adquirió la entonces Inespal (antes Endasa) en 1998. Según fuentes del sector, fue un chollo para los americanos. El Estado vendió Inespal por unos 400 millones de dólares, pero 200 se cancelaron como deuda y el acuerdo incluyó un contrato de electricidad que ataba a las arcas públicas durante años y que se fue prorrogando hasta 2013, previas advertencias de la aluminera. Así las cosas, la multinacional ha recibido cuantiosas bonificaciones para ver rebajada su factura de la luz, que supone más o menos el 40% de sus costes de producción. Cuando se acabaron las vacas gordas, llegaron los truenos. "Cerraremos las plantas de España si no hay acuerdo satisfactorio para la tarifa eléctrica", aseveró en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA en 2012 el entonces presidente de Alcoa en España, José Ramón Camino de Miguel. Hubo un nuevo "parche" y la puerta de Alcoa permaneció abierta. Pero con la pérdida de sus bonificaciones eléctricas en la subasta de interrumpibilidad de la pasada semana la luz roja se encendió de nuevo. La interrumpibilidad es una compensación que las arcas públicas aportan a las empresas por estar dispuestas a parar sus fábricas en caso de peligro de desabastecimiento.

Fuentes del sector aluminero reconocen que "no es normal" que se apliquen esos incentivos eléctricos a las grandes consumidoras cuando España "produce un 30% más de electricidad de la que consume". Es decir, no hay que interrumpir el suministro de estas grandes compañías porque sobra potencia. Las mismas fuentes apostillan a renglón seguido que el precio medio de la energía en España es el tercero más alto de Europa, después de Chipre y Malta.

Bonificaciones similares a las españolas las había también en otros países, como Italia. Pero el Tribunal de Justicia de la UE confirmó en 2013 que Italia debía recuperar 295 millones de euros en ayudas ilegales concedidas a Alcoa consistentes en una tarifa preferencial de electricidad. La respuesta de la multinacional aluminera fue inmediata: el cierre de las plantas de Portovesme (Cerdeña) y Fusina, ambas de aluminio primario, y la reducción de la producción de nuevo en Avilés, que ya se había visto mermada en 2012 (ahora está al 66% y lejos queda el récord de producción alcanzado en 2007: 145.000 toneladas).

La caída de la producción es una táctica de mercado de Alcoa, según fuentes del sector: "Para subir el precio del metal, Alcoa redujo producción de modo que la oferta sea menor y suban los precios. Las fábricas de Avilés y La Coruña han subsistido por la energía eléctrica barata, primero por los acuerdos de precios especiales y después como consecuencia de la compensación por interrumpibilidad. La producción de aluminio básico tiene como principales materias primas la bauxita y la energía eléctrica. En países con recursos hidroeléctricos, como Canadá o Islandia, producir es barato. Pero han ido cerrando las plantas donde la electricidad es cara, como Italia".

Fuentes del sector sostienen que Alcoa lleva un año intentando vender la planta

Fuentes del sector lo tienen claro: "O hay un precio político especial para las plantas de Alcoa en Avilés y La Coruña, o cerrarán porque no son viables". Y en este contexto, ¿despejará una nueva subasta eléctrica el futuro de sendas plantas? En el sector son poco optimistas y la propia multinacional lanza día tras día el mismo mensaje: "Alcoa necesita un precio de energía competitivo y predecible en el tiempo para que sus fábricas sean viables". Y la subasta supone un "parche" para respirar un año más.

De las nueve fábricas que poseía Alcoa en España en 1998, mantiene tres: Avilés, La Coruña y San Ciprián, esta última con "un mejor posicionamiento por la economía de escala y por su tecnología más eficiente". En los últimos meses ha vendido las de Amorebieta y Alicante (también la francesa de Castelsarrasin) al fondo de inversión Atlas Holding. Fuentes del sector aseguran que la multinacional lleva desde hace un año barruntando la venta de las plantas avilesina y coruñesa. "Alcoa no está vendiendo solo en Europa, también en Australia. Está en retirada. Ya hay negociaciones en marcha para que la fábrica de Avilés se incorpore al proceso de venta de Atlas Holding. Y quizás es lo mejor que le podría pasar a esa fábrica", advierten las fuentes consultadas.

Las opciones para mejorar la viabilidad de la planta de Avilés también pasan por inversiones en las instalaciones y por la fabricación de productos con valor añadido (produce placas de aluminio, tochos, bandas y lingotes). El marco regulatorio español y europeo no contribuyen a la competitividad del sector, según la Asociación Europea, que viene reclamando precios de la energía competitivos. La industria del aluminio factura en Europa 36.800 millones de euros, emplea a 250.000 personas y genera más de un millón de puestos indirectos. El 51% del aluminio que se consume en el viejo continente es importado y 27 países de la UE han perdido desde 2007 el 36% de producción primaria de aluminio por el cierre de fábricas.