Las fiestas navideñas han cambiado con el paso del tiempo. Dan fe de esos cambios los alumnos de 1º y 2º de ESO del instituto de Luanco que han realizado una investigación sobre este asunto ayudados por sus padres y abuelos. Lo han hecho para participar en un concurso literario convocado por el Ayuntamiento. "Recopilaron la información en casa y la redactaron en clase", afirma Flor Prieto, profesora de Lengua y Literatura. Los pequeños de 1º de ESO, de 12 años, aseguran que el consumismo propio de estas fechas es algo nuevo. "Ahora estamos muy consentidos", afirma Estefanía Fernández. "Hay quien prefiere tener un móvil a amigos", añade. Los pequeños son críticos con las compras compulsivas; sin embargo, admiten que no serían capaces de renunciar a ciertos regalos. "¡Cómo me regalen un coche...!", se oye comentar entre el tumulto.

Sara Requejo explica que en la casa de sus antepasados no se colocaba ningún árbol con luces ni adornos. "Solo ponían el belén", indica momentos antes de exponer que los muñecos con los que los niños jugaban hace décadas "eran feos". Ángel Jiménez, de etnia gitana, afirma que en su casa la Navidad era una fiesta con todas las letras. "Me contaron que antes ponían un radiocassette y estaban días y días bailando sin parar", relata. Estefanía Fernández cuenta que su abuelo le habló de la misa de Navidad y que su abuela andaluza recordaba largas tardes de villancicos.

"Ahora adoptamos tradiciones más americanas y antes, más cristianas", añade Fernández. Alejandro Aramendi entrevistó a su abuela, de origen burgalés: "Por Navidad comían chuletón de los gordos y pescado; y no comían marisco porque en Burgos solo hay ríos". Aramendi señala además que el árbol de Navidad es un concepto "moderno" y que el nacimiento estaba confeccionado a base de papel, primero, y años después, de cerámica. Parte de la familia de Daniela Rosal procede de Zamora. "En casa no ponían árbol y el belén que había estaba en la iglesia y a la hora de recibir regalos les tocaba un año sí y otro no; para cenar, pollo y verduras, entonces había poco dinero", explica Rosal.

Cuando la conversación derivó hacia los regalos las diferencias entre épocas se hicieron patentes. Los abuelos y los padres de los estudiantes recibían guantes, calcetines e incluso carbón si se portaban mal. "No había mucho dinero", comentan. "Ahora vivimos en una sociedad avariciosa", señala un alumno. Ese cambio social en los regalos y en las costumbres navideñas, Carlos González-Pola también lo observa en la calle, y no solo en Navidad: "En Luanco no ves a nadie por la calle porque está todo el mundo cambiando el estado de su whatsapp".