La industria cárnica asturiana y el comercio local lloran a la empresaria avilesina María Luisa Esperanza Vallina Suárez, que falleció ayer en su domicilio de Salinas a los 72 años, aquejada de una dolencia cardiaca. De espíritu emprendedor, estuvo ligada desde muy temprana edad a la fábrica de embutidos Vallina, puesta en marcha por su abuelo en 1902. Tras años de trabajo en la factoría, primero ubicada en la calle Galiana y luego en La Laguna (Castrillón), realizó su labor profesional en una carnicería, también de propiedad familiar. Deja una imborrable huella entre los que la conocieron por su carácter trabajador y dinámico.

Después de años de experiencia en el sector cárnico, Vallina abrió tres pastelerías, dos de ellas en Avilés (en la avenida San Agustín y en la calle Rui Pérez) y otra en Gijón (en la calle Corrida). También participó en el negocio de fiambres y embuchados Alto Aller, impulsado por sus hijos, del que fue parte fundamental; al ser la conocedora de las fórmulas de fabricación casera.

"Era una mujer muy comerciante, amiga de sus clientas y de quien la conocía", decía ayer su hijo, Daniel García, tras la triste noticia. Mujer religiosa, tras su jubilación Vallina dedicó su vida a su familia y, en especial, al cuidado de sus seis nietos.

Su cadáver será recibido a las 17.00 horas de hoy en la iglesia de San Nicolás de Bari, donde tendrá lugar el funeral de cuerpo presente y, acto seguido, recibirá cristiana sepultura en el panteón familiar del cementerio de La Carriona. La fallecida deja esposo, Aladino García; dos hijos: Carlota y Daniel García; y varios nietos.