Una lesión medular fruto de un accidente de tráfico anuló la movilidad de las piernas de Ángel López, pero potenció su valentía ante las adversidades y le dio coraje para afrontar el futuro lejos del ejército, institución a la que pertenecía en el momento del trágico suceso, hace 14 años. Ayer, este joven natural de Serantes (Tapia), que desde niño soñaba con ser militar, relató su vida a los alumnos de Primaria del colegio público Enrique Alonso. Y cómo es capaz de competir nada menos que en triatlones. Fue emocionante.

En el polideportivo del centro de la avenida Cervantes, desde la silla de ruedas que le permite desplazarse con autonomía, explicó a los pequeños las dificultades a las que se enfrenta en su condición de tetrapléjico: vestir los pantalones, encontrar un piso que encaje con sus necesidades o superar las constantes barreras arquitectónicas que encuentra casi a cada paso. Lejos de lamentarse, habló de esfuerzo y superación, comentó su afición por el deporte y, en especial, por el triatlón, para presentar las dos bicicletas adaptadas que le permiten competir, una de atletismo y otra de ciclismo, que traslada en un remolque enganchado al coche que él mismo conduce sin problema.

Tras una breve introducción en la que describió de forma resumida el antes y el ahora de la lesión que padece, Ángel López lanzó una pregunta que sorprendió al auditorio: "¿Os di pena cuando entré en el polideportivo?". La respuesta fue masivamente afirmativa. "Ojalá que cuando termine este encuentro penséis de otra forma. Yo tengo una vida normal y quienes me dan lástima son los que no tienen trabajo, casa o comida, o los niños que carecen de juguetes. Los que estamos en una silla de ruedas somos personas que hacemos cosas diferentes", señaló.

Seguidamente, comentó que se inició en el triatlón a los 28 años y que los retos alcanzados los ha conseguido "con mucho esfuerzo". "Cuando quedé en silla de ruedas practicaba varios deportes, pero no era atleta. Llegué hasta donde estoy con entrenamiento", añadió. Frente a este comentario, un alumno quiso saber por qué había decidido ser deportista. "No me manejaba bien y a base de hacer ejercicio puedo hacer todo yo solo", respondió, al tiempo que mostró al público cómo se desplaza de la silla de ruedas a las bicicletas que utiliza para entrenar y competir y en las que va sentado casi a ras del suelo. También enseñó el cojín antiescaras que utiliza. "Al estar tanto tiempo sentado es fácil que me salgan heridas. Este cojín, que cuesta 600 euros, sirve para no hacerme daño en el culete", comentó ante la sorpresa de los pequeños, tanto por el elevado precio del artículo como por la posibilidad de padecer úlceras en las nalgas.

Ante la inmovilidad de las piernas, los niños se interesaron por la forma en que Ángel López usa los pedales de la bicicleta y practica natación. "Pedaleo con las manos y nado igual que vosotros, pero si me paro el cuerpo se coloca vertical ya que las piernas pesan mucho", indicó el joven de 33 años, residente en Galicia y estrecho colaborador de Enki, club que nació con el objetivo de facilitar el acceso al deporte a las personas con diversidad funcional.

"¿Y puedes andar algo?, planteó otro alumno. "Los lesionados medulares no caminamos porque las piernas no reciben la orden del cerebro, aunque en casa nos ponemos de pie un rato para que los riñones funcionen", respondió el deportista asturiano, que tras formarse en la academia de Infantería de Toledo estuvo destinado en el cuartel Cabo Noval, en cuyas cercanías sufrió el accidente que le lesionó.

Finalizada la charla con Ángel López, los alumnos del Enrique Alonso le rodearon y calificaron la visita de "muy guay". Después de conocer el relato de su vida, llena de optimismo a pesar de los retos que debe afrontar, Marco Tedin Cuento y su compañera Miriam Fernández, manifestaron al unísono que "ya no me da pena". "Es feliz", subrayaron. A su vera, Raquel Muñiz añadió: "Nada es imposible. Todo se puede superar".