Lugo de Llanera,

Gonzalo BENGOA

Los alumnos del Colegio Público de Lugo de Llanera son expertos en mediación en conflictos escolares. Les acreditan los tres cursos que llevan poniendo en práctica, junto con el centro escolar de San Claudio (Oviedo), un programa pionero en Asturias para el desarrollo de estas habilidades.

La mediación cuenta con la implicación directa de los alumnos. Son ellos los que intervienen en situaciones de conflicto entre sus compañeros. Ahora incluso están formando a nuevos mediadores, algo que les motiva. Después de tres cursos con esta práctica, «los resultados saltan a la vista», afirma la directora del centro, Maureli Caballero, quien se muestra muy satisfecha con este programa. «Los alumnos afrontan el conflicto de otra manera; antes respondían con una agresividad que ahora canalizan», señala. Los niños han aprendido a escucharse, a ponerse en el lugar del otro para evitar conflictos.

David Alonso, Lucía Rodríguez, Belén García y Cristina García, todos ellos de 11 años de edad y vecinos de Lugo de Llanera, son algunos de los mediadores del colegio y se muestran orgullosos de su trabajo. «Ayudamos a resolver los conflictos», comenta David Alonso. «Nos buscan en el recreo e iniciamos la tarea», añade Cristina García, quien explica que una vez que conocen el problema intentan que los implicados «lleguen a acuerdos».

Según explica Maureli Caballero, «toda la comunidad educativa lleva años trabajando en este proyecto». Al principio se organizaba en los recreos una serie de juegos tradicionales y asociativos para fomentar el valor del compañerismo.

En una segunda fase del proyecto, se convocaron charlas sobre la educación en valores, con implicación directa de profesores, de padres y de alumnos. Y en seguida se puso en marcha la primera fase de la mediación, en la que el alumnado se formó «en horario extraescolar», como señalan orgullosos los alumnos expertos.

Hace dos años introdujeron las actividades concretas en la resolución de conflictos y crearon un lugar en el centro llamado «el iguaderu», término asturiano con el que denominaron un espacio compuesto por dos sillas, una en forma de oreja y la otra como una boca, en la que dos alumnos tratan de llegar a un acuerdo tras una disputa. «La mayoría de los problemas se resuelve en el iguaderu», explican Lucía Rodríguez y Belén García.

El programa fue avanzando y el colegio creó el proceso de mediación, cuyos resultados son positivos. Todos coinciden en señalar que el clima de convivencia en el colegio ha mejorado y que ya no son necesarias tantas mediaciones como al principio.