Proaza / Santo Adriano,

V. DÍAZ PEÑAS

El celo de «Tola», una de las dos únicas ejemplares de oso pardo cantábrico que viven en cautividad, se está retrasando. Ha pasado ya un mes desde que las hermanas más famosas de los valles del Trubia pasasen a compartir cercado con el macho «Furaco» y, de momento, no hay monta. El año pasado a estas alturas ya se habían contabilizado hasta tres encuentros. Sin embargo, este año parece que la cosa está algo más parada. Su cuidador no ve demasiado problema en esta tardanza, sobre todo porque en el monte también se está viendo un celo algo más tardío. «Paca», por su parte, sigue a lo suyo, como queriendo dejar claro que esta relación es cosa de dos.

Como explicó ayer el cuidador de los plantígrados, Roberto García, este año el celo parece haberse retrasado respecto a la pasada primavera. «El año pasado la primera monta tuvo lugar el día 3 de mayo. La segunda, al día siguiente, y la tercera, sobre el día 10. Estamos a mediados de mayo y todavía no se ha visto ninguna monta entre los animales. De momento sólo hay acercamiento, pero no contacto», concreta. Este retraso en el celo no preocupa demasiado, sobre todo porque se ha constatado que en el monte los osos tampoco han entrado en la época fuerte de celo.

Según García, este retraso se puede deber al mal tiempo. El año pasado, durante el mes de mayo, los animales disfrutaron de días de sol que este año se hacen de rogar. «Con la lluvia, los animales buscan más cobijo y es más complicado seguir los rastros. Así que quizá tenga algo que ver el mal tiempo», señala García, que confía en que en los próximos días se pueda ver la primera de las montas entre «Tola» y «Furaco», el ejemplar traído de Cabárceno para fecundar a las osas.

A pesar de que la monta no acaba de producirse, los animales siguen intimando y ya se encuentran en una fase previa al celo fuerte. Como subraya su cuidador, en esta semana hubo un intento de monta. «Furaco» se colocó encima de la hembra durante medio minuto, pero todo quedó en una declaración de intenciones. Eso sí, la relación entre los animales es cada vez mejor. «Ya ha pasado la época del rechazo. Ahora mismo "Tola" y "Furaco" sestean e incluso comen juntos. La hembra acepta al macho, pero aún falta que el celo sea más intenso para propiciar las montas», puntualiza.

Y mientras «Tola» y «Furaco» continúan con su galanteo y sus juegos amorosos, «Paca», la otra habitante del cercado, sigue sin querer saber nada del macho. Es como si quisiera dejar claro que no quiere participar en este peculiar trío. Continúa apartada de los otros dos animales y apenas permite la presencia del macho. «Está claro que esta relación es cosa de dos, "Paca" continúa sin aceptar la presencia del macho», enfatiza Roberto García. Así que no es de extrañar que ahora todas las esperanzas se centren en la reproducción de «Tola», más que nada porque a su hermana no parece interesarle el cántabro.

En tanto se espera la primera de las montas, que servirá para poner en marcha el aparato reproductor de la hembra, la Fundación Oso de Asturias confía en que se vuelvan a repetir los encuentros entre «Furaco» y «Tola». Eso sí, son cautos en cuanto a conseguir descendencia de las únicas ejemplares de oso pardo que viven en cautividad. «Confiamos en que haya montas, otra cosa es que "Tola" tenga crías. El año pasado se contabilizaron diecinueve montas y no hubo reproducción», concluye García.