Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

El poleso Venancio Martínez llegó a su tierra hace unos pocos años después de andar por el mundo con diversos trabajos, el último de ellos, cocinero de barco, y decidió plasmar algunas de sus vivencias y las de personas que conoció en el libro «Cuentos de mi pobre gente» (Bohodón Ediciones). Son cinco cuentos de diversos géneros, del realismo al policiaco, cuyo nexo son los personajes, casi siempre desventurados, con vidas difíciles, la «pobre gente» que le cae bien al autor.

«Siempre he tenido inclinación hacia la pobre gente; no es un libro autobiográfico, pero sí está basado en cosas que oí y que vi; hay un cuento sobre un naufragio que narra algo que le pasó a un compañero, y otro de una confesión que me hicieron por teléfono», señala el autor.

«Sólo me he inventado los de los policías, porque lo cierto es que he tratado pocas veces con la Policía», aseguró.

Martínez admira a los maestros consagrados del relato como Chejov, Maupassant, Hemingway, Buckowsky, Carver o Jon Bilbao, y su propuesta estilística es la sencillez. Algunos de los relatos son trozos de vida de personas, en los que el narrador trata de ser casi un simple testigo, sin dar énfasis a lo que ocurre.

Venancio Martínez trata de seguir la máxima de Maupassant según la cual «las cosas las dicen un nombre, un verbo y un adverbio». Su objetivo es buscar la simplicidad, algo que resulta muy complicado. «Alguien dijo que escribir bien es que la gente que lo lea crea que lo puede hacer ella; cuando pasa eso es que está bien», afirma.

Aunque todos son hijos suyos, el autor cree que «El siempre volver», que cuenta un naufragio, y «La vida de Palacios», que narra la historia de un temporero, son los que más se acercan a su idea de relato.

Venancio Martínez dedicó muchas horas a escribir los cuentos, que le exigieron mucha atención. «Un libro te tiene absorbido todo el día», dice, y asegura no saber si volverá a escribir o qué es lo que hará. El autor del libro está actualmente en el paro, y cree que corren malos tiempos para los trabajadores, con peores condiciones laborales que las que aparecen reflejadas en su libro. Lleva un año en la Pola. «No tengo ni idea de lo que voy a hacer; es imprevisible saber lo que va a ser de cualquiera, pero de mí más», señala.