La Tienda (Pravia),

Sara ARIAS

En ruinas y desvalijada. Así se encuentra Casa Lupe, el antiguo albergue de La Tienda, en la parroquia de Cordovero. No hay muebles, ni siquiera bombillas, y los colchones están sucios y apilados en la antigua cocina del inmueble. Los ladrones han levantado hasta los azulejos para robar el cobre. «No queda nada», advierte Pedro Selgas, presidente de la Asociación de Vecinos de Cordovero, que reclama la rehabilitación de la casa.

Antes de las ruinas el edificio había tenido diversos usos. Siempre había sido conocido como Casa Lupe, hasta que a principios de los años noventa el alcalde de Pravia, Paco Casielles, compró el edificio a un particular. Así se convirtió en un centro de desintoxicación para drogodependientes, regentado durante tres años por una entidad privada (Centro Espiral), al encontrarse alejado de los núcleos urbanos y ofrecer un entorno natural y saludable para la recuperación de los toxicómanos.

Llegaron los años noventa, el problema de la droga redujo su impacto y con la finalización del convenio el Ayuntamiento de Pravia decidió dedicar Casa Lupe a otros menesteres. El «boom» del turismo rural convirtió la casa en un albergue juvenil rural, a través de un proyecto de la Escuela Taller de Pravia. Durante tres años los adjudicatarios de la gestión del edificio fueron tres alumnos de la Escuela de Turismo Rural de la Escuela Taller.

Durante los dos siguientes años, la Asociación cultural El Gallo Pinto estuvo al frente del negocio. Fue en esa época cuando un rayo cayó sobre la panera de la casa, una construcción del siglo XVIII. El fuego arrasó también la suite, el bar y el almacén del albergue.

En marzo de 2003, apelando a razones de urgencia social, el Ayuntamiento decidió alojar en Casa Lupe a una familia de etnia gitana. Se fueron en 2005. Ese fue el último uso que tuvo la vivienda. Selgas asegura que «tras la marcha de esta familia comenzaron a entrar okupas y mendigos a la casa, hasta que la desvalijaron por completo».

Los vecinos de la parroquia rural solicitan al Ayuntamiento de Pravia que «se dé un uso al edificio, porque da mala imagen y es patrimonio del Ayuntamiento», explica Selgas. Piden lo mínimo, «aunque sea sólo mantenimiento, para que no se caiga, porque nos da mucha pena que este edificio se encuentre en estas condiciones».

En cualquier caso, los vecinos son conscientes de la mala situación económica por la que pasa el Ayuntamiento de Pravia, por lo que están dispuestos a colaborar con la administración para poner de nuevo en marcha la casa: «Estamos a disposición del Alcalde, colaboraremos entre todos y si es necesario traer aperos, también, haremos lo que sea necesario», asevera el presidente vecinal.

Lo que más les gustaría a los vecinos de Cordovero sería que el antiguo albergue cumpliese alguna función de tipo cultural o social. La casa se encuentra a once kilómetros de Pravia, en la carretera que une la villa con Salas y por donde el río Aranguín discurre tranquilo a su paso por el concejo. «Se podría convertir en un centro de interpretación del río o hacer un museo etnográfico», propone Selgas. Y recuerda que entre sus vecinos está un hombre que pertenece a una asociación europea de estudio de los molinos, «con muchos conocimientos sobre la zona».

Pero las arcas del Consistorio praviano no están para excesos. El alcalde, Antonio de Luis Solar, afirma que «en el contexto actual es imposible, ya lo descartamos hace tiempo y no se presenta ningún uso viable desde el punto de vista social».

Lo que sí pretenden desde el Ayuntamiento es venderlo en «condiciones asequibles a través de una subasta para que un particular o una empresa pudiese optar a los fondos LEADER e instalar una iniciativa productiva de turismo rural o activo». Además, Solar sostiene que «el Ayuntamiento no pretende un aprovechamiento económico en la venta del edificio, sino más bien buscar un destino que le pueda dar rentabilidad».