Valdediós (Villaviciosa),

Mariola MENÉNDEZ

Al monasterio de Valdediós le continúan dando calabazas. De momento, sigue sin haber ninguna orden religiosa que esté dispuesta a devolverle la vida monástica al cenobio maliayés, que lleva deshabitado desde el verano. El Arzobispado de Oviedo había entablado conversaciones con varias congregaciones francesas y las más recientes fueron con una orden de San Benito de una abadía gala, pero tampoco ha aceptado. El proceso, de momento, parece encontrarse estancado.

La principal dificultad para encontrar una orden que habite el monasterio de Valdediós radica en la crisis de vocaciones, que complica dar con una congregación con suficientes religiosos que esté dispuesta a fundar una nueva comunidad en Villaviciosa. A esto se unen las características del cenobio maliayés, pues las grandes dimensiones del edificio no lo hacen un lugar fácilmente habitable. Su ubicación, en pleno valle de Boiges, dificulta su comunicación. Éste fue el gran inconveniente con el que se encontraron sus antiguos moradores, la comunidad de San Juan. Para su vocación pastoral, la lejanía de Valdediós de los lugares poblados se convirtió en un obstáculo reseñable.

Además, lo adecuado es que el monasterio recupere la vida monástica que perdió con la marcha de los monjes cistercienses. La orden del Císter lo habitaba desde 1992 y su partida supuso la supresión del monasterio contemplativo por parte de la Santa Sede, que disolvió el priorato cisterciense. La salida de los monjes cistercienses no estuvo exenta de polémica. La decisión fue criticada aunque la congregación para los institutos de vida consagrada del Vaticano acabó respaldando al impulsor de aquella renovación en 2009, el entonces arzobispo Carlos Osoro, frente al prior, Jorge Gibert. Fueron varias las voces que ya advirtieron de que la comunidad de San Juan no era la idónea para el monasterio de Valdediós. El tiempo, al final, les dio la razón. Mientras aparecen monjes que acepten devolver la vida monástica al cenobio, éste permanece cerrado y es un vigilante quien vela por la seguridad del entorno. El temor es que el edificio se deteriore al no estar habitado, a pesar de la gran inversión realizada en los últimos años en su rehabilitación. No obstante, las visitas turísticas se realizan con normalidad, al igual que continúa funcionando el albergue de peregrinos y la hospedería.