Gijón, Víctor RIVERA

Al Sporting le quedan por ascender los cuatro últimos peldaños del camino hacia Primera y la tensión de lo mucho que hay en juego se deja notar. El numeroso público que presenció el entrenamiento vespertino de ayer asistió a una sesión marcada por la intensidad. Primero de los propios futbolistas, que se emplearon a fondo, lo que hizo que los masajistas tuviesen que intervenir hasta en tres ocasiones. No fueron los únicos. Manuel Preciado también se mostró ayer más tenso de lo normal. Al técnico se le vio abroncando a su línea defensiva. Primero la tomó con Gerard, por un error de colocación, después mantuvo una conversación privada con los cuatro componentes de la línea defensiva y más tarde extendió sus explicaciones a todo el grupo. En todo momento, el técnico acompañó sus palabras de ciertos aspavientos.

Definitivamente, el de ayer fue un entrenamiento atípico. Preciado cambió los tres tiempos de veinte minutos habituales por dos de treinta y dosificó los minutos entre los futbolistas más cargados de minutos. Quien no tuvo descanso fue el centrocampista cántabro Sergio Matabuena, que disputó todo el partidillo. El hombre de confianza de Preciado superó sin problemas la prueba definitiva y apunta a titular como acompañante de Iván Hernández en el centro del campo. No obstante, Pablo de Lucas se mantiene como alternativa por si Preciado no viese al cántabro con la chispa necesaria como para ser titular.

El entrenador rojiblanco escondió ayer sus cartas más de lo habitual y en ningún momento formó el teórico equipo titular. Esto le permitió hacer varias pruebas. Por ejemplo, ensayó con Luis Morán por la derecha en detrimento de Pedro y también mezcló a David Barral y Mate Bilic, lo que sirvió para corroborar la escasa comunicación y la nula complicidad entre ambos. A pesar de todas estas pruebas, lo más probable es que la única novedad en el equipo sea la vuelta de Matabuena al centro del campo.

El público que acudió en Mareo presenció tres goles firmados por Hidalgo, Kike Mateo y Jorge Pina. Sin embargo, la acción más aplaudida de la tarde la protagonizó el delantero croata Mate Bilic cuando recibió un pase a la espalda de la defensa y, viendo la salida de Roberto a la desesperada, intentó batirle con una preciosa vaselina que se estrelló en la escuadra.

Tras el partidillo, Preciado mandó a la ducha a los jugadores más cargados y se quedó con el resto ensayando remates y disparos a portería desde diversas posiciones.