Ex entrenador del Oviedo

Avilés, Mario D. BRAÑA

Tres meses después de su salida del Oviedo, a Raúl González le sigue costando hablar de lo que se intuye como el peor trago de su ya larga carrera. Finalmente accedió a charlar con LA NUEVA ESPAÑA, pero cuidándose de personalizar los reproches por las formas en que fue despedido. Prefiere remitirse a la nota pública que leyó en su último día en el Requexón, en la que se declaraba como un oviedista y agradecía el apoyo de la afición. La entrevista se realizó antes del último partido del Oviedo.

-¿Ya ha asimilado lo que ocurrió?

-Alguien puede pensar que, como llevo tantos años entrenando, puedo afrontar con normalidad estos desenlaces tan injustos como inesperados. Pero no puedo. Fue, es y seguirá siendo un duro golpe para mí. Dije en su momento, en la nota pública, que esto era una sinfonía inacabada. Que estaba muy tranquilo y que el Oviedo, en el momento en que evolucionase con el trabajo planificado, se decantaría como uno de los serios aspirantes a la promoción. Cuando vine al Oviedo, con todas las exigencias y urgencias habidas y por haber para salir de Tercera, sabía a lo que me enfrentaba. Al mismo tiempo, me ilusionaba muchísimo el reto porque el Oviedo no es un equipo cualquiera. Me hacía ilusión cogerlo en Tercera y seguir con ese tranvía para devolverlo a donde debe estar. Faltaba que los resultados acompañasen y que me impregnase del espíritu oviedista. Lo conseguí pronto porque eso es algo que se lleva dentro.

-¿Habla de una destitución inesperada?

-Quizá no sea la palabra correcta, desde el momento en que se me plantea que va a venir otro entrenador y que pasaría a dirigir el Requexón. Sí insisto en lo de injusto porque tenía contrato en vigor y el respaldo de gran parte de la afición. Desde que no accedí a esa pretensión hubo problemas.

-¿No se planteó marcharse?

-Llega un momento en el que uno se cansa de hacer concesiones. Ya me fui de Pontevedra, con el equipo segundo, por un problema personal con el gerente. Del Avilés en dos o tres ocasiones con el puesto de trabajo acumulado como gerente. Renuncié a un millón de pesetas en Ponferrada para el fichaje de un jugador. Además, en el Oviedo nunca pensé que esa desconfianza cristalizara negativamente.

-¿Algo que reprochar a alguno de sus colaboradores?

-No entro en eso porque algunas personas se definen por sí mismas.

-¿Trabajó incómodo?

-Durante esa etapa final, sí. El año anterior trabajé con absoluta libertad, bien es verdad que los resultados fueron intachables y se alcanzó el objetivo del ascenso. Como para ponerme algún pero. Aun así, esos peros existieron. Qué grado de perfección se le puede pedir a un entrenador que consigue el objetivo con los mejores números del fútbol español. El grado de incomodidad es ése. Pero eso no supone que trabajase de forma incorrecta. Trabajamos bien, en la medida que nos dejaron. Porque tuvimos una pretemporada con muchos partidos amistosos, y la Copa, con dos desplazamientos entre semana.

-También tuvo apoyos.

-La mayoría trabajó bien. No voy a decir quién puso piedras en el camino, pero algunos comportamientos están ahí.

-¿Y los dirigentes?

-Los apoyos no me valen a nivel individual y al oído. Cuando hay un golpe duro para una persona pública, los reconocimientos en privado están bien, pero hay que hacerlos en público también. Y hay gente que se ha callado. Quizá no interese defender a Raúl González en público porque peligra el pan. No doy nombres ni entro en más historias porque no soy polémico y, sobre todo, no quiero perjudicar al Oviedo.

-Parte de la plantilla criticaba sus métodos.

-El trabajo de un entrenador lo avalan los resultados. Ahí está mi trayectoria. Conocí equipos que entrenaban 50 o 60 minutos y los jugadores eran felices; pero cuando fallaban los resultados salían con lo de «ya te lo decía yo». Y lo mismo al revés. La pauta la tiene que marcar el profesional. Un entrenador tiene que ir actualizándose y creo que no me he quedado atrás.

-Se menospreció el ascenso ante el Mallorca B.

-Sí, como el empate con el Alcorcón con diez jugadores. Si la gente hubiera sabido que iba a eliminar al Madrid, seguramente se le daría más mérito al resultado. Lo del Mallorca, igual. Veníamos de conseguir 100 goles y 103 puntos. Alguien creyó que le íbamos a meter una goleada, pero eso entre equipos campeones no es fácil.

-¿El Oviedo tiene equipo para estar arriba?

-Técnicamente, quizá sea la mejor plantilla, pero en Segunda B hay otras cosas. Estoy seguro de que se meterá en promoción. Defensivamente es un equipo fuerte. No mete muchos goles porque en Segunda B es complicado. Costó en las primeras seis jornadas, pero jugamos tres partidos en inferioridad.

-¿Cómo ve al Oviedo ahora?

-En una dinámica normal, con resultados apretados, una imagen técnica mejor que la mayoría y jugando con once. Eso marcó mi etapa. El equipo se ha ido soltando con la aportación de algún jugador como Moré, por el que peleé mucho para que viniese. Se incorporó con un mes de retraso y luego se lesionó. Fue por el que más aposté, aunque ahora alguien dice por ahí que no contaba con él.

-¿Se siente apoyado?

-He tenido llamadas de futbolistas y de muchas personas animándome. También valoro muchísimo los reconocimientos de las peñas, tanto de la APARO como de Oviedín.

-¿Volverá al Tartiere?

-No quiero polémicas. Futbolísticamente soy una persona muerta para el Oviedo.

-¿Volverá a entrenar?

-Palos como éste hacen tanto daño que por momentos te dan ganas de dejarlo todo; porque no están justificados, no atienden a resultados, ni a comportamientos, ni a historial. Me han hecho mucho daño, pero estoy seguro de que me voy a reponer y el año que viene podré trabajar en otro sitio.

-¿Se sentiría partícipe de un ascenso del Oviedo?

-Planifiqué la temporada, el fichaje de jugadores y, por tanto, me siento partícipe de todo lo que pueda suceder en el Oviedo.

-¿Conoce a Pichi Lucas?

-Coincidimos, estando él en el Compostela y yo en el Alcorcón. Me parece una persona seria, responsable. El equipo no da que hablar, desde el punto de vista del orden y la armonía. Es un buen punto de partida. Pero es que el Oviedo, en los últimos tiempos, ha sido aburrido en ese sentido. Donde tiene que entretener es en el terreno de juego.