Llegó la hora. Todavía no tiene coche -un monoplaza que le espera para el 1 de febrero en Valencia, el día de la presentación en sociedad-, pero Fernando Alonso ya es hombre de Ferrari. Ya viste de rojo sin tapujos, sin esconderse, sin disimular como tuvo que hacer en Cheste allá por noviembre, camuflado junto al patrón de la Scuderia, Luca di Montezemolo, a bordo de un descapotable. Aquel día vestía de encarnado, pero de paisano, de calle. Obligaba su contrato vigente con Renault, aunque ya era parte de la escudería italiana. Ayer se enfundó la roja del cavallino por primera vez y lo hizo sonriente, satisfecho, consciente de haber cumplido un sueño y de tener enfrente un reto: volver a ganar el Mundial. Alonso se trasladó en helicóptero desde Milán a Madonna di Campiglio.

La cita fue en Italia, en la otra cuna del automovilismo, la que disputa a Inglaterra la tradición de las carreras. Madonna di Campiglio ya es un icono de Ferrari. Con la de este año van veinte ediciones de la concentración de pretemporada en una estación de esquí ejemplar. La perla de los Dolomitas, así llaman al complejo alpino del macizo de Brenta. Cada invierno, Ferrari viste allí sus primeras galas y Fernando Alonso será estos días la estrella, la atracción.

Hasta hace poco el alemán Michael Schumacher dominaba los tiempos con su depurado estilo sobre los esquíes. El asturiano tendrá la prueba de fuego de inmediato. Sobre él se fijarán los flashes, le escrutarán. Ser buen esquiador no viene en el catálogo de obligaciones para ser campeón del mundo, pero en Ferrari da caché. El ovetense llega entrenado, esquí en Suiza -donde tiene fijada la residencia-, para mostrarse elegante en la primera cita de rojo con la prensa que tendrá lugar el jueves.

Alonso ya ha visitado Maranello. Siempre en privado, sin focos ni cámaras. Pregunta por el monoplaza, por su evolución. No quiere sorpresas cuando se suba en Cheste al monoplaza rojo. Comienza el reinado asturiano en la casa italiana. Llega la hora de domar al cavallino rampante.

Ferrari se vuelca estos días con su fiesta en la nieve. Esquí nocturno, bajada con antorchas, un despliegue de lo más efectista ante más de un centenar de periodistas de medio mundo. Con veinte años a la espalda, no hay crisis que pueda con el Wroom, como llaman en Ferrari al festival. Paga una marca tabacalera. La temporada se estrena a lo grande. Es así desde hace dos décadas y ninguna crisis lo va a cambiar.

En los montes dolomíticos no sólo se habla en clave de Fórmula 1. La escudería Ducati de Moto GP anda en las mismas lides, aunque el protagonismo es para los pilotos del «Gran Circus» de las cuatro ruedas. Será una semana de nieve en un dominio envidiable. Una estación coqueta, con 55 kilómetros de pistas y de las más visitadas de Italia que forma parte del circuito del esquí de lujo.

En el pueblo de Madonna di Campiglio (1.500 metros sobre el nivel del mar) abundan las tiendas de alto nivel. El dominio esquiable se amplía hasta los 135 kilómetros de pistas gracias a las conexiones por remonte con Folgaride, Marilleva y Pinzolo. A Alonso le queda una completa semana por delante. Y cuando se ponga los esquís encontrará un reto. Una pista, negra para más señas, lleva el nombre de Michael Schumacher. El alemán hizo historia en Ferrari como el asturiano quiere hacerla.