Oviedo, Mario D. BRAÑA

Chus Pereda, integrante de la selección que ganó la primera Eurocopa para España, falleció ayer en Barcelona a los 73 años, víctima de un cáncer. Pereda marcó el primer gol y dio el pase del segundo en aquella final de 1964 frente a Rusia (2-1), pero quedó eclipsado por el cabezazo de Marcelino. A Jesús María Pereda Ruiz de Teremiño (Medina de Pomar, Burgos, 15-6-1938) ni siquiera le importó que durante muchos años el No-Do le adjudicase la asistencia a Amancio. El que no le quita nadie es uno que marcó con el Sevilla al Oviedo en el viejo Buenavista tras lo que fue descrito como una «jugada prodigiosa».

Aunque jugaba habitualmente por la banda derecha, como extremo o interior, aquella maravilla ovetense tuvo lugar en la contraria. Julio Marigil, que tapaba esa zona aquella tarde del 24 de enero de 1960, sólo recuerda el desenlace, cuando Chus Pereda remató casi desde la línea de fondo, con poco ángulo, con la parte exterior de la bota izquierda. La crónica de LA NUEVA ESPAÑA relata que Pereda «burla a cuatro o cinco jugadores asturianos, obliga a Carlos Gomes a salir precipitadamente de su puerta y le marca un nuevo gol».

Pese a que suponía el 1-3 (al final 2-3), la afición oviedista saludó el golazo con una ovación. La actuación de Pereda ofreció mucho más aquel día: «Cuajó un partido sencillamente excepcional. Todo, el pase, el dribling, el remate, le salió bordado a este muchacho, al que el público ovacionó en varios momentos de su lección».

Julio Marigil ya había oído hablar de Chus Pereda unos años antes, en sus inicios en el Indauchu (1955-57). De sus numerosos enfrentamientos y de la coincidencia en alguna concentración de la selección española B acabó surgiendo una buena relación, por lo que ayer Marigil estaba muy apesadumbrado con la noticia: «Chus era muy buen futbolista y una persona sensacional».

Paquito, que formó en el centro del campo del Oviedo en aquel partido frente al Sevilla y se quedó «con la boca abierta» con su gol, vivió muy de cerca el gran momento de Chus Pereda con la selección española. El ovetense, ahora en el cuadro técnico del Villarreal, participó en la concentración de la Eurocopa del 64, en Madrid: «Aunque yo era un aprendiz a su lado, el trato con Chus era muy fácil. Nos enfrentamos bastantes veces y después también coincidimos en las clases del Colegio de Entrenadores. Era un chaval estupendo».

Según Paquito, Pereda ya apuntaba muy alto en el Indauchu, pero labró su fama en sus siguientes equipos, porque «cuanto mejores compañeros tienes, más creces». Tuvo un paso fugaz por el Madrid (1957-58), pero unas buenas temporadas en el Valladolid (1958-59) y en el Sevilla (1959-61) le abrieron las puertas del Barcelona (1961-69), para cerrar su carrera en el Sabadell (1969-70) y el Mallorca (1970-72). Fue 15 veces internacional absoluto y marcó seis goles.

Un fallo en el montaje de las imágenes de Televisión Española adjudicó durante muchos años a Amancio el centro en el famoso gol de Marcelino a Yashin. «No importa, porque se lo dieron a un amigo», cuentan que comentaba Pereda cuando le recordaban la injusticia. Siempre se consideró un jugador de equipo, sin un gramo de arrogancia, pese a que fue uno de los mejores futbolistas españoles de la época. «Había mucha clase ahí», destaca Paquito.

Tras colgar las botas, Pereda inició su carrera como técnico, buena parte de ella en las categorías inferiores de la selección española, conquistando dos campeonatos de Europa sub-16 y el subcampeonato del Mundo con la sub-17 y la sub-20. También fue ayudante de Vicente Miera en su etapa como seleccionador. Miera declaró ayer que la muerte de Pereda «ha sido una sorpresa. Estaba con vitalidad, con ganas. Siempre estaba pendiente de todos y siempre fue así. Se hacía querer. Era una persona increíble. Hablabas con él y siempre te daba moral».