Cuando el Atlético ganó la Copa del Rey, hace un año, la familia Miranda fue la gran beneficiada. El brasileño había confesado horas antes de la final que anhelaba la victoria, sobre todo, por su hijo. "Me dice que en el colegio se ríen de él porque nunca ganamos al Madrid", explicó. Han pasado 12 meses desde entonces, una temporada en la que el hijo de Miranda ha lucido orgulloso la camiseta rojiblanca.

En realidad todo Madrid ha tenido que cambiar su forma de mirar al Atleti. El hermano pobre, a la sombra del lujoso vecino, ha logrado teñir la ciudad de rojiblanco. Ocurrió ayer, en el homenaje a los campeones, un festejo comedido porque aún le esperan retos de mayor envergadura. La final de la Liga de Campeones, entre Madrid y Atlético, pondrá el broche a la temporada. Pero ayer tocaba mostrar las cicatrices de la batalla ante el tumulto rojiblanco. El autobús del Atleti partió a las ocho del Calderón con los héroes a bordo. También con los dos representantes asturianos. Para Villa, la Liga ya es un título familiar tras su tercer entorchado. Para Adrián, la celebración sí fue novedosa.

Después de 40 minutos, los héroes alcanzaron Neptuno, fuente de celebraciones atléticas. A 200 metros de Cibeles, para más morbo. Sobre el escenario improvisado y con la música de Carlos Jean, los campeones fueron desfilando. "Esto no es sólo una Liga. Es algo más: si se cree y se trabaja, se puede", cerró Simeone, el ideólogo.

"La historia se escribe latido a latido". El autobús que llevaba a los campeones desde el estadio Calderón hasta la fuente de Neptuno usó este curioso lema. La frase es un guiño al espíritu impulsado por Simeone, el entrenador, durante toda la temporada. El "partido a partido" del argentino se convirtió en un "latido a latido" para engalanar el vehículo de los atléticos.