Toda la suerte que acompañó al Unión Financiera la temporada pasada le está faltando en la actual. Si en la anterior campaña las remontadas eran el pan de cada día en el polideportivo de Pumarín, en la actual lo que se ha convertido en costumbre es ver como en los finales ajustados el triunfo siempre cae del lado contrario. Cinco de las siete derrotas que lleva el equipo se han fraguado en finales resueltos en los últimos instantes.

La última derrota, la del sábado por 80-83 ante el Clínicas, se produjo tras un amago de remontada final que no se completó. Los ovetenses llegaron con vida a la última acción, pero Álvaro Muñoz no encestó el triple del empate y el colegiado no vio la clara falta cometida sobre Will Neighbour tras coger el rebote y encestar, y que le hubiera permitido lanzar un tiro libre para empatar.

No es la primera vez que al equipo de Guillermo Arenas le perjudican acciones ajenas al juego. Ya le sucedió en la derrota ante el Peñas Huesca (72-71). La mesa de anotación puso en marcha el reloj casi un segundo después de que un jugador del Huesca tocara el balón. El resultado fue que la canasta de la victoria de los oscenses contó cuando no debió haberlo hecho.

La fortuna también le fue esquiva al Oviedo en Valladolid. Allí perdió por 67-65 un partido en el que Neighbour erró el triple de la victoria y Álvaro cogió el rebote y falló el tiro que hubiera dado el empate. El mismo resultado que ante los pucelanos, aunque en este caso en Pumarín, cosechó ante Navarra. Y también en este caso hubo polémica final. La última canasta de los navarros llegó después de que Schreiber cayera lesionado, sin que el colegiado parara el partido. También en el primer partido de la temporada en Pumarín el Unión Financiera perdió (82-86) un choque que había dominado. Eso en Pumarín es el mundo al revés.