Barcelona

El historiador británico Paul Preston acaba de publicar «El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco» (Ediciones B) donde desgrana la personalidad del dictador, marcada por su condición de «vulnerable, pequeño e inseguro» por la que se refugiaba «en un disfraz», algo que al inglés le recuerda al Mago de Oz, según dijo ayer en rueda de prensa.

Durante la época de África, Franco fue el héroe del Rif para convertirse en el Cid del siglo XX en la guerra civil y luego, durante la Segunda Guerra Mundial, en un Felipe II obsesionado por reconstruir un imperio, relató Preston acerca de esa personalidad cambiante en la que siempre predominaba el afán por mentir y tergiversar la realidad a su favor, explicó.

«Eran unas mentiras tan infantiles que parecía imposible que las pudiese decir», pero «cuando se tiene el control totalitario de los medios, se puede decir cualquier cosa», remachó el historiador, y puso como ejemplo una «mentira colosal»: Franco justificaba las penurias que pasó España durante la posguerra aduciendo que la culpa la tenía América, porque tenía envidia del sistema falangista, recordó Preston.

En el libro se explica que Franco, «mediocre y mentiroso», pudo mantenerse 40 años en el poder por la «inversión de terror» que hizo, por la «capacidad de manipular a sus colaboradores» y por el contexto internacional, en el que las potencias «sabían las mentiras de Franco pero les convenía no revelarlas», aseguró.

La falta de sentimientos del dictador le facilitó mucho las cosas, ya que le capacitaba para pedir sin remordimiento la muerte de sus enemigos y para usar a sus soldados como carne de cañón, expuso Preston, aunque puntualizó que tampoco se puede decir que «disfrutase de la sangre».

«Es un poco exagerado decir que la única faceta de Franco era la de mentiroso, pero sí que es la que cada vez me llama más la atención», reconoció Preston, para quien el dictador tenía «graves problemas psicológicos» y una fe ciega en la victoria y una suerte equiparable a la de un buen entrenador de fútbol, además de que era capaz de animar a las tropas con su voz aguda y floja.

«Estoy harto de Franco», espetó el historiador, aunque le motiva seguir investigando porque los medios de comunicación anglosajones le siguen brindando a Franco una buena fama que, según él, no merece.

El gran público anglosajón no pone a Franco en el contexto de Hitler porque le sobrevivió 30 años y, antes y después de 1945, «pero sobre todo después», el dictador puso en marcha una potente maquinaria de propaganda para reconstruir la historia y presentarse como el gran militar que ganó la guerra civil, el liberador de España de la II Guerra Mundial y el inspirador del crecimiento económico de los años sesenta, premisas que para Preston son falsas.