Juan Miguel NÚÑEZ

Emotivo final a la historia taurina en Cataluña después de 624 años. En la última corrida de toros en la plaza barcelonesa José Tomás y el catalán Serafín Marín fueron los grandes protagonistas, al abrir por última vez la puerta grande de la plaza Monumental. Pocas veces se vivió un espectáculo taurino con tanta pasión, pero fue una mezcla de emociones y rabia, protesta e impotencia, nostalgia y para algunos incluso la esperanza de que todavía pueda haber vuelta atrás. Una de las pancartas que acompañaban a los toreros en la triunfal salida a hombros lo expresaba con vehemencia: «Continuará...». Hubo gritos de «libertad» y un pequeño conato de enfrentamiento entre defensores y detractores de la fiesta al finalizar la corrida de toros.

Pero el panorama está perfectamente definido y el día 1 de enero de 2012 entrará en vigor su prohibición en Cataluña de acuerdo a lo aprobado en julio de 2010 por el Parlamento de esta autonomía.

Desatada pasión también por la comparecencia en la tarde de José Tomás. Barcelona fue siempre su plaza talismán, y ayer contó con la suerte de haber tenido el único toro claramente propicio para hacer el toreo, su primero. Una suerte para todos. Lo bordó. Más allá del empaque y la estética, la hondura de cada lance, de cada muletazo de José Tomás, tuvo un valor extraordinario. Cortó dos orejas. El quinto ya no acompañó tanto, punteando y «abriéndose», con muchos defectos. Toro manso sin paliativos. Hubiera cortado una oreja si no es por el fallo a espadas.

A hombros salió también Serafín Marín, a pesar de lo poco que colaboró su lote. Tuvo un primer toro incierto que se caía por abajo y protestaba por arriba. En el sexto, Marín echó el resto. Y como entró la espada a la primera, al final las dos orejas para salir a hombros.

Con Juan Mora pintó bastos el ganado. A pesar de todo toreó con desmayo, suavidad y mucha estética. El mal uso de la espada le privó de un trofeo seguro. El cuarto, el peor del encierro, no aportó nada, y la faena tuvo menos relevancia. Pero al final la gente quiso sacar a los tres toreros a hombros.