«Obviamente, es un animal obeso». Es la primera impresión que se le viene a la cabeza a Francisco Cuesta, más conocido como Frank de la Jungla, cuando se le enseñan imágenes de la pitón, de cinco metros y cien kilogramos, que guarda en su piso un vecino de El Cerillero. El herpetólogo leonés, radicado en Tailandia y que saltó a la fama con su programa en Cuatro, asegura que «nunca encontrarías en libertad una pitón de Birmania de este tamaño». Sabe de lo que habla. De hecho, en uno de los capítulos de «Frank de la Jungla» tuvo un serio percance con una pitón en plena selva.

Para explicar la situación de «Tundra», nombre de la gran serpiente de El Cerillero, establece un símil. «Es como poner un conejo en una jaula pequeña, no dejarle moverse y darle de comer durante tres años sin parar. Al final tendrás un conejo gigante», explica. Precisamente, «uno o dos conejos muertos al mes» es con lo que alimenta a «Tundra» su dueño.

Frank Cuesta cree que es una «auténtica irresponsabilidad tener un animal de este tamaño en un piso». Y argumenta: «No hay espacio suficiente para poderla tener en condiciones y, aunque nunca haya atacado a nadie y probablemente nunca lo hará, no es seguro para nadie. Ni siquiera para ella misma». En este sentido, Frank de la Jungla opina que «es una pena porque muchísima gente en España tiene serpientes y otros animales que para muchos no son comunes; y estas cosas no ayudan a los "reptileros", porque lo único que crea este tipo de gente buscando notoriedad es miedo en la sociedad». Opinión de un experto que ha visto y tocado decenas de estas pitones en libertad.