Del cabreo a la resignación. Es el paso que han dado vecinos y hosteleros de Cimadevilla, cansados de pedir que se haga cumplir la ordenanza de convivencia ciudadana que multa la práctica del «botellón» con sanciones de 100 a 750 euros. «La situación sigue igual. Esto, por las noches, es una locura. Por aquí ni pasa la Policía ni nada. Desistimos. Ya ni los llamamos», asegura Juan Menéndez Viejo, portavoz de la Asociación Hostelera de Cimavilla, que añade: «Los guajes se están riendo de ellos», en referencia al gobierno local de Foro que ha promovido la normativa «antibotellón».

En principio, la Policía comenzará a aplicar el régimen sancionador de la ordenanza tras las fiestas de Begoña. Pero, mientras tanto, Cimadevilla -sobre todo en la plaza del periodista Arturo Arias y su entorno- sufre la invasión nocturna de miles de jóvenes para beber en sus calles los fines de semana. «El otro día vino la Policía a cerrar un local y al lado había ocho chavales de "botellón". Ni se acercaron a decirles nada. Pero, bueno, el Ayuntamiento que haga lo que le dé la gana. Si ellos no quieren hacer nada, nosotros poco podemos cambiar las cosas», afirma resignado Menéndez Viejo, que se manifiesta «decepcionado». «Ni siquiera pasaron los policías a informar a los chavales sobre la ordenanza de convivencia y su prohibición de beber en espacios públicos, como decían que harían», asegura el portavoz de los hosteleros.

El colectivo vecinal mantiene un sentir similar al de los hosteleros. «Está todo igual. Quizás un poco más tranquilo que los pasados fines de semana, pero sigue igual. A ver cómo se avecina este mes de agosto, porque la verdad es que julio fue tremendo», razona Aida Artime, presidenta de la Asociación de Vecinos «Gigia», de Cimadevilla.

La agrupación vecinal, además de con resignación, encara un agosto con el temor a que el fenómeno del «botellón» crezca todavía más en el barrio. Para más inri, se les avecina la Semana Grande.