Emma PRIETO

«Mucha, mucha Policía» no sólo era la letra del famoso pacto entre caballeros que cantaba Sabina. Mucha, mucha Policía fue lo que hubo este fin de semana en el barrio de Cimadevilla al decidir el gobierno municipal de Foro Asturias desplegar un importante dispositivo policial para impedir la ingesta incontrolada de alcohol en el barrio. Al igual que el uso de la escalinata de la plaza de Arturo Arias, lugar habitual de concentración de jóvenes que practican el «botellón».

Casi todos los consumidores, propietarios y jóvenes que transitan por la plaza y sidrerías anexas se preguntan: ¿a quién favorece esta medida? Se trata, según explican algunos gijoneses, de un «toma y daca» entre vecinos y consumidores. Sin embargo, cada una de las partes sigue reclamando sus derechos sin, aparentemente, ofrecer nada a cambio.

Rubén Vivas, cliente asiduo de una de las sidrerías más conocidas de Cimadevilla, está «indignado con la medida» porque «me parece fatal y va a acabar con la hostelería. Si la situación ya estaba mal, esto lo va a rematar. Lo mejor de todo es que dentro de una semana se organiza el Festival de la Sidra, y se va a armar un "botellón" de campeonato, pero como lo patrocina el Ayuntamiento, no va a pasar nada, ¿no?», clama.

Agustina Iglesias, residente en el barrio de Cimadevilla, ve «con muy buenos ojos» esta medida. «Esto era lo que hacía falta desde hacía mucho tiempo. Ahora todos los jóvenes se vienen contra nosotros, pero no se dan cuenta de que mientras ellos lo pasan bien nosotros estamos en la cama aguantando. Y a la mañana siguiente hay que ver los vasos, los cascotes e incluso los vómitos. Ya estamos cansados», denuncia.

Celestino Cano, en cambio, está «de acuerdo con el "botellón". Es vergonzoso que tengas que pagar seis euros por un cacharro. Esta medida me parece bastante mal. El que no esté contento viviendo aquí que se vaya para otro lado. Los vecinos saben bien dónde viven. En vez de llamar a mil policías, ¿por qué no insonorizan las ventanas? Así dan trabajo, que falta hace».

Los turistas, que no saben muy bien de qué va esta medida, ayer se preguntaban extrañados qué había pasado para que una plaza con tantas referencias, como es la Arturo Arias, estuviese prácticamente vacía. Al contarles cuál era el motivo, un grupo de estudiantes zamoranos no dudó en exclamar: «¡Vaya vergüenza! Dentro de poco nos pedirán el DNI para salir de casa».

Más o menos, ésa fue la tónica general de ayer en Cimadevilla. Dos bandos enfrentados reclamando sus derechos: pasarlo bien y descansar.

Francisco Alonso lanzaba ayer mismo su propia sugerencia: «Lo que podían hacer es dedicar una zona donde la gente pueda hacer "botellón". Pero no se trata de prohibirlo así de repente. Yo creo que con eso no se soluciona nada. Echarán el "botellón" de aquí, pero lo llevarán a otra parte. No sé si para los vecinos esto es un alivio, cuando el problema toca al lado de casa se sufre más, pero si fuese propietario de una de estas viviendas, no me haría mucha gracia salir a la calle y ver a los llagareros así, tienen que estar que trinan», explicaba ayer Francisco. «Lo más inteligente sería buscar una solución intermedia. Ni para ti ni para mí, pero, claro, eso es lo difícil», añade.

El de Cimadevilla es, probablemente, el barrio con más historia de Gijón. A Jesús Díaz no sólo le preocupa la pérdida que puedan tener los negocios, sino también el giro que se está sintiendo en la ciudad: «Hace unos años se hizo muchísimo hincapié en desmontar la industria en esta zona porque quedaba feo. Se cargaron una parte de la historia para basar este barrio en la hostelería y darle ese carácter. Yo me pregunto: ¿por qué esta medida ahora? Yo padecí este tipo de problema en otra zona de Gijón. También me cansé de llamar a la Policía hasta que me di cuenta de que con eso no se arreglaba nada. Ahora dicen que el ruido molesta a los vecinos. Pero los vecinos llevan aquí viviendo muchos años y ya saben lo que hay».

Y continúa: «Los que compren una vivienda ya saben a qué se exponen si vienen a vivir aquí. Lo mire como lo mire, no alcanzo a comprender el sentido de esta medida. Es algo excesivo. El viernes estaba el barrio completamente tomado por la Policía. Es algo que en esta zona, después de conseguir esa imagen de fiesta y de barrio que se mueve, no pega para nada», recalca.

Isabel Álvarez, vecina desde hace poco, y por obligación, del barrio, también ve «excesiva» esta medida: «Yo vivo un poco más arriba de lo que es la zona de movida. Por las noches sé perfectamente cuándo hay gente y cuándo no, pero no me impide dormir».

Jesús Casal viene todos los domingos desde Siero a tomar el vermut a Gijón. Ayer explicaba que «cuando se hacía "botellón" aquí y venías al día siguiente por la mañana no pasaba nada, porque los operarios de limpieza lo tenían todo impoluto desde primera hora. Ahora da pena ver esta plaza tan vacía y tan acordonada como si hubiesen matado a alguien».

Nadia Valdés, otra sierense, ve «fatal la decisión» porque, «además de perjudicar a los hosteleros, el no poder sentarse en las escaleras te limita mucho y te obliga a sentarte en las mesas, que suelen escasear. Las diez o quince que hay se llenan muy rápido. Y a esto hay que sumarle la última reforma de la ley antitabaco. Yo sigo diciendo: ¿a quién benefician realmente estas medidas», se pregunta.

María Casas, vecina «de toda la vida de Cimadevilla», se muestra, por su parte, «feliz» desde que se enteró de la iniciativa del gobierno municipal de Foro. «Lo que no era normal era tener que estar un sábado hasta las siete de la mañana sin dormir por toda la gandaya que se reunía aquí a beber sin control», explicaba.

«Yo entiendo que a los jóvenes les moleste esta prohibición, porque yo también fui joven, pero que piensen un poco en los demás, que tenemos que aguantar las consecuencias de esto. A mí me parecería bien dejar que la juventud se reuniese aquí, pero sólo hasta una hora determinada», añade otra de las vecinas.

«Ni negociaciones ni nada. Yo estoy en contra de la medida porque la gente de los bares y los negocios está pagando los mismos derechos que los propietarios de las viviendas. Y, por tanto, tienen el mismo derecho a opinar, a manifestarse y a mirar por sus intereses», cuenta Belén García. La vecina considera que es «exagerado lo que están haciendo. ¿Cuántas veces a la semana se puede organizar un «botellón»? No es todos los días. Habrá que aguantar un poco y no ser tan exagerado, que todos tenemos derechos. Debajo de mi casa también se organizan partidas de petanca hasta las siete de la mañana y no se me ocurre prohibirlas», afirma.

«Todos opinan por nosotros y a nosotros no nos dejan ni opinar», con registrarnos ya tienen bastante», denunciaba ayer uno de los jóvenes que frecuentan el centro de Cimadevilla. «Después que no nos digan que la juventud se rebela, porque razones no nos faltan», añadía el joven David González. Los ánimos siguen encendidos.

«Lo más inteligente sería buscar una solución intermedia; ni para ti ni para mí»

<Francisco Alonso >

Vecino de Gijón

«El no poder sentarse en las escaleras te limita mucho, las mesas escasean»

<Nadia Valdés >

Vecina de Siero

«Tras conseguir la imagen de barrio que se mueve, esta medida no pega para nada»

<Jesús Díaz >

Vecino de Gijón