La gaita y el tambor ofrecieron ayer a Luis Argüelles Sánchez la mejor oración para su despedida. Con "La marcha fúnebre d'Antón el neñu", pieza popular recuperada por algunos gaiteros y bandas pero que aún es difícil oir en los funerales de la región, Luis Argüelles volvía a hacer apostolado de las tradiciones asturianas, de los usos y costumbres de una región que tuvo en el fallecido a uno de los adelantados en la conservación de sus bienes materiales e inmateriales.

"Es el mejor homenaje que puede tener; seguir intentando recuperar las tradiciones de Asturias y cultivando la semilla que él sembró", contaba su hijo, Luis Argüelles Tamargo, a los muchos presentes que se dieron cita en la iglesia de La Resurrección del barrio de Laviada a primera hora de la tarde. Porque uno de sus anhelos, de los muchos que tuvo Luis Argüelles Sánchez en su vida como investigador y etnógrafo apasionado, fue que la gaita volviera a sonar en la misa dominical y también en los entierros. Era, como dejó dicho, "resucitar el entusiasmo por Asturias", que estaba semiperdido cuando a finales de los años sesenta se empezó a dar forma y contenido al Museo de Asturias, con Argüelles y Avelino Moro entre aquellos impulsores.

La gaita hizo el resúmen, pero el panegírico más preciso lo brindó el párroco de La Resurrección, Silverio Rodríguez Zapico a todos los presentes, familia, amigos, representantes de la cultura asturiana, de las instituciones locales o regionales -con Carlos Rubiera, concejal de Cultura, en representación municipal-, así como Carmen Veiga, concejala socialista, el senador José Luis Iglesias, el fundador del Partido Asturianista, Xuan Xosé Sánchez Vicente, o el presidente de la Feria de Muestras, Álvaro Muñiz, entre otros muchos.

Rodríguez Zapico, desde la proximidad que da la amistad "de muchos años", se refirió a Argüelles como "un guía para muchos, un hombre que creó escuela, que hizo algo por la sociedad, por la asturianía, que sembró y al que su siembra dio frutos". También se detuvo en describir al fallecido como un gijonés "modesto, muy eficaz en lo que hacía y decía; un hombre abducido por la ilusión que ponía en todo, activo, incansable, que no conocía límites en la tarea que se había impuesto, de fina ironía y humor continuo. La alegría es el resumen de su vida".

De Luis Argüelles Sánchez, fallecido el sábado a los 84 años, queda también el perfil de "un cristiano convencido que cuidó la dimensión apostólica de su fe y supo perdonar y hasta olvidar, eso que es la asignatura pendiente y la más difícil para muchos cristianos", contó Silverio Rodríguez Zapico, descubriendo además la cantidad de días que tras la misa dominical Argüelles esperaba por el sacerdote "siempre con un libro, un recorte de periódico, algo que le había llamado la atención" y sobre lo que quería reflexionar. "Fue un hombre que ofrecía a su entorno valores como píldoras, generoso y que vivió con ideales. Su vida fue fecunda", concluyó el párroco, seguro de que si "Dios nos eternizará con todo lo bueno que hayamos hecho, con Luis hay mucha materia para eternizar".

Colectivos asturianistas como la Asociación Cultural N'Ast o Iniciativa pol Asturiano se sumaron al pésame por el fallecimiento de "un eternu lluchador pola recuperación, dignificación y espardimientu de la cultura tradicional asturiana"; un "home exemplar al que tanto-y debe Asturies".