La procesión del Viernes Santo en Gijón, pasada por agua
Los cofrades vuelven a la calle, pero acortan el recorrido por la incesante lluvia
"Si a las ocho en punto no llueve, salimos". Así de claro lo tenía Alejandro Vallaure, maestre de la cofradía del Santo Sepulcro poco antes de la hora fijada para iniciar la procesión del Viernes Santo. Después de una agradable jornada matinal, la lluvia volvió a hacerse presente por la tarde, amenazando de nuevo la salida de los pasos a la calle. Cuando el reloj pasaba unos minutos de las ocho de la tarde parecía que amainaba. Así, el paso de la Piedad al pie de la cruz, con el "lignum crucis" en la cabecera del paso, adornado con rosas blancas, crisantemos, alhelís, liliums, claveles y margaritas, asomaba bajo los hombros de los penitentes de la Vera Cruz para atravesar los pórticos de San Pedro. No llovía, se iniciaba la procesión y sonaban de fondo los tambores de la Vera Cruz.
La imagen de la Piedad, obra de Manuel Martín Nieto, iba escoltada por agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Tras ella, aparecía en escena el Cristo Yacente, en su urna de cristal y plata restaurada este año. Esta pieza es de las pocas reliquias de la Semana Santa gijonesa que sobrevivió la Guerra Civil. Los penitentes del Santo Sepulcro eran quienes guiaban el paso, arropados, a su vez, por un grupo de gaiteros y tamborileros, que interpretaron el himno de España.
Mientras el Yacente avanzaba, y las manolas, de riguroso luto, tomaban posiciones en dos filas, los penitentes de la Santa Misericordia elevaban sobre sus hombros a la Virgen Dolorosa, obra de Julio Beobide de Goiburu. Del cielo volvía la lluvia. La explana del Campo Valdés, a rebosar, comenzaba a llenarse de paraguas. Caían unas pocas gotas cuando la imagen apareció en escena. Varios guardias civiles la custodiaban el paso, adornado con rosas, gerberas rosas, alelí, margarita y lisianthus.
Al llegar al entorno del Ayuntamiento, comenzó a jarrear fuertemente. Para entonces, y por precaución, la cabecera de la procesión ya había optado por tomar el camino abreviado. Desde la calle Cabrales giraron por Julio Somoza para coger San Bernardo y volver a bajar hasta la antigua Pescadería Municipal por Ventura Álvarez Sala. Luego se resguardaron todos de nuevo en San Pedro.
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