Yo no sé si a ustedes les sucede otro tanto de lo mismo, pero a uno, y cada vez más a menudo, con un simple paseo por cualquier lugar, pero básicamente en mi entorno habitual, que en buena lógica es donde nos conocemos casi todos, quedo un pelín descolocado con un buen número de los que me encuentro en cualquier lugar, o instalados en las terrazas que ahora comienzan a florecer. Hace ya tiempo que la moda hizo que el pelo, sin distinción de sexos, se haya convertido en los mil y un colores, pero con el rubio como referente. El complemento de piercings, tatuajes o pendientes hace ya mucho que resulta habitual.

Ahora mismo lo que prima no es otra cosa que las gafas de sol en tamaño maxi, que llueva, nieve, en horas nocturnas o día espléndido sirven para todo ello.Y qué quieren que les diga, personalmente cada vez me preocupa más el tema, ya que en muchos de los casos me saludan gentes en claro tono familiar, lo que denota que de un modo u otro nos conocemos, y me quedo con las ganas de saber quiénes son, ya que las gafas que usan les cubren media cara. Desde mi particular prisma me da la impresión de que en alguno de los casos el «look» con el que seguramente pretenden «rejuvenecer» no se corresponde con la edad real, y sobre todo ahora que la «primavera la sangre altera», porque la lógica en la mayoría de lo que se observa -y sobre todo el cuerpo- nos dice que mejor tapar que exhibir. Pues eso, quizás aquí tenga justificación lo de despistar tapando la cara y enseñar lo que la ITV más permisiva no daría de paso. ¡Coño, y además se lo deben de creer! Por que van de guaperas comprobando las reacciones del personal.

De todos modos me parece estupendo, con independencia de que cada cual es muy libre de utilizar los complementos que le apetezca, porque no dejan de dar a uno pistas de lo que se puede, o no, hacer. Lo único que me fastidia no es otra cosa que al cabo del día me quedo sin saber quién coño son unos cuantos/as que me han saludado, porque tan sólo pude distinguir unas inmensas gafas y a alguien detrás de ellas. Lo de los pelos, y dentro de un orden, ya me cuesta menos trabajo. Así que, por favor, si os parece que podéis estar incluidos en el lote de las «gafas», cuando nos crucemos, ante mi mirada de asombro o despiste, decirme soy fulanito o fulanita. Porque, si no, encima vais a decir que uno anda por esta vida en plan «enchipáu» y la verdad es otra. O sea, que no.