La imagen es demoledora. Bilateralidad y secretismo en la foto de Zapatero y Montilla, con sus respectivos equipos económicos, tratando de concertar un modelo de financiación autonómica aplicable a Cataluña y al resto de las comunidades.

Y el resto de las comunidades autónomas, ¿están a lo que los presidentes del Gobierno y de la Generalitat tengan a bien comunicarles cuando haya fumata blanca a lo largo de nuevos encuentros, tan opacos como el del pasado fin de semana?

Pues eso parece. Al menos ésa es la imagen que le llega al ciudadano relativamente interesado en saber cómo será el nuevo modelo que sustituya al de 1999, articulado, por cierto, también a partir de un acuerdo bilateral previo del Gobierno central (José María Aznar) con el de Cataluña (Jordi Pujol). No sólo es cuestión de imagen. También invita a pensar en la falta de confianza del gobernante en las instituciones justamente pensadas para solventar este tipo de cuestiones.

Donde no hay transparencia, puede haber apaño. Una mala práctica, porque supone desdén hacia los órganos previstos en el entramado institucional para abordar los grandes asuntos del Estado de las Autonomías. Con carácter general, el Senado o las conferencias de presidentes prometidas por Zapatero, y con carácter específico, el Consejo de Política Fiscal y Financiera (foro conjunto de autoridades centrales y autonómicas), cuya naturaleza multilateral es la indicada para distribuir los recursos económicos que todas y cada una de las comunidades autónomas necesitan para prestar servicios al ciudadano. Sobre todo, los que son propios del Estado del bienestar, como sanidad, educación y servicios sociales.

Además de los mencionados mecanismos multilaterales, también existen los bilaterales. Concretamente, las comisiones mixtas del Gobierno central con cada una de las comunidades.

Ambos son útiles y compatibles. Correcto. Pero no están funcionando los unos ni los otros. Lo que nos llega es que sólo un acuerdo previo Zapatero-Montilla será el precursor del nuevo sistema de financiación autonómica, aunque todas las comunidades prestan servicios y todas tienen que pagarlos.

No es de recibo que sólo ellos decidan cuáles necesitan más y cuáles menos. Todas y cada una han dicho que necesitan más, como es lógico, aunque la situación económica del país (el déficit público está cantado para los próximos ejercicios) no da para que sea verdad lo de que no sólo Cataluña, sino también las demás saldrán ganando y ninguna saldrá perdiendo, según dicen en Moncloa.

Vuelve a planear la intención de una famosa frase de José Bono cuando aún era presidente de Castilla-La Mancha: «Si alguien se empeña en comer aparte, es que quiere comer más». La dijo en circunstancias parecidas, cuando el Gobierno Aznar estaba pactando con la Generalitat el modelo de financiación aún vigente.