Cada cierto tiempo, en coincidencia con la mar agitada que proporcionan los temporales propios de la estación, las turbulentas aguas retiran mar adentro parte del contenido del arenal de San Lorenzo, dejando al desnudo rocas y restos de las cimentaciones de los antiguos balnearios. Y cada vez que se produce este fenómeno cíclico se alzan algunas voces, más bien mentecatas, que piden el urgente aporte artificial de la arena que la mar ha retirado. Y también, con la misma periodicidad, se consulta a expertos que comentan lo innecesario de tales maniobras, puesto que la arena siempre acaba por volver. Ahora, toca achacarlo a las obras de ampliación portuaria y hasta alguno de estos blanditos de las covachas muselinas aprovecha para echar su cuarto a espadas y anuncia la disposición portuaria a tirar de manguera para rellenar lo que los temporales se han llevado. Y se quedan tan tranquilos porque saben la arena volverá, como siempre.

Reparto de honores y distinciones municipales en mi pueblo, ya metidos en las fiestas del solsticio de invierno. La verdad es que no habría costado ningún trabajo especial poner Navidad, así en caja alta, pero como hay quien está en la clave de que nos invade una deletérea corriente laicista que a punto está de dar al traste con la reserva espiritual del mundo, y más que nada por no provocarles innecesarios sufrimientos al ver decaídas sus teorías, nos esforzamos en poner inviernos y solsticios; porque meternos en los procelosos bosques del ecumenismo y mentar por aquí la Hannukkah judía ya parece excesivo ecumenismo. Las distinciones de marras son medallas de oro o plata que los munícipes, reunidos en concilio, han decidido por unanimidad. Por cierto, otro tipo de honores, como son los de nombrar hijos adoptivos o predilectos, no hemos tenido este año al no haberse logrado el deseado consenso entre quienes gobiernan y los que se oponen. Otra vez será. Curioso esto del consenso.

Hay dos galardonados, Proyecto Hombre y Albergue Covadonga, que, como no podía ser de otra manera, han concitado, como el resto de premiados, la unanimidad plenaria. Sin embargo, un velo de hipocresía cubre eso que aparentemente es tan comúnmente deseado, porque esas dos ejemplares instituciones van a trasladar en breve sus instalaciones y algunos de nuestros unánimes están, por debajo, apuntados a una campaña de descrédito, instigada por menos de media docena de vecinos del Natahoyo que ven en ello no se sabe cuántos supuestos peligros. ¿Pretenderán al sumarse a los galardones despejar sus maltrechas conciencias? Por cierto, algunos de estos vecinos de la paranoia fantasmal se han permitido el lujo de tomar contacto con la asociación vecinal del barrio y, aprovechando, entre otras cosas, su calidad de funcionarios de la Administración general, dejar caer «severas advertencias», que no podemos calificar de otra forma so capa de entrar en el indeseado terreno de la pura y simple acusación de prevaricación o, peor, de la extorsión, o de ambas a la vez. Así de feas están estas otras arenas.