Demasiado obvio, pero no por ello menos cierto y descacharrante. En la inolvidable película de Luis García Berlanga, el pueblo de Villar del Río (como su propio nombre indica) con su alcalde a la cabeza, recibe a los americanos que van a dejar a su paso miles de regalos. «El pueblo debe arder en fiestas» -aseguraba ante un desconcertado alcalde Manolo, representante de Carmen Vargas, máxima estrella de la canción andaluza, y vivillo sin escrúpulos- «No olvide que ellos tienen dinero.» Aquel ansiado porrón de dólares provenientes del Plan Marshall, que por entonces pasó a toda velocidad sin detenerse, tomó cuerpo cincuenta y ocho años después en forma de primera dama estadounidense. No puedo evitarlo. La imagen de la señora Obama y su grandioso séquito de escolta y acompañantes pasando en lujosos coches por el pueblo de Benahavís, me recordó enormemente a la famosísima secuencia de la cinta. Pero esta vez sí, se pararon.

¿Qué decir de la pancarta de bienvenida a la familia presidencial? ¿Cómo no recordar los «Wellcome», «Bienvenidos» y «Hola» que desplegaban los habitantes de aquel pueblo perdido de la meseta castellana en la España de los primeros cincuenta, mientras entonaban la canción que todos podemos canturrear? Algún vecino de Benahavís entrevistado decía haber preparado sus mejores galas para un posible encuentro casual con la señora Obama (todo lo casual que puede ser encontrarse con decenas de policías cortando el acceso a calles por las que van a pasar otras docenas de individuos). Qué quieren, en Villar del Río también se disfrazaron para la ocasión.

¿Y no tendrá mucha culpa de este vergonzoso numerito el hecho de haber desperdiciado durante años ingente cantidad de capital llegado de fondos europeos en comprar votos con aceras y farolas, con megalómanas construcciones encargadas a empresas afines, o con la creación de cargos y carguillos que aseguraran la perpetuación en el poder? Ese dinero, que debía haber sido como abono para la huerta, resultó ser estiércol de caballo en el que fructificaron como champiñones los eternos pícaros de este país y ahora tenemos que soñar de nuevo con el tractor que desde un avión lanzaban tres americanos vestidos de Reyes Magos.

Así que en mi gallinero, Fermín, líder entre los líderes, gestiona infatigable la consecución de su sueño: que el perrito de los Obama elija Paraxes para veranear el año que viene. Y si es necesario, vestirá a las gallinas de lagarteranas ¡Menudo es él!