Final del largo ciclo navideño -por cierto, Carnaval este año cae tardísimo- y las cosas, en cuanto a la política asturiana, están como hace seis meses: el próximo presidente del Principado será Francisco Álvarez-Cascos o Javier Fernández, por ese orden de probabilidad, según la ya famosa encuesta de Sigma Dos, publicada el día de Reyes.

Quizá no sea muy precisa pero, aun considerando un margen de error verdaderamente catastrófico, no hay duda del dúo. A la espera de la siguiente encuesta -de una firma de prestigio, claro- es lo que hay. Y lo que hay, insisto, es lo que había ya durante el verano de 2010, por no ir más atrás aún. Tantas vueltas para acabar en el principio.

Bueno, a fuer de ser precisos, de la encuesta cabe deducir también que el PP perderá incluso el Ayuntamiento de Oviedo, por eso sospecho que están llamando angustiados a Génova para un arreglo in extremis. Hoy tiene cita la dirección nacional del PP, pero, con los datos siderales que manejan sobre sus expectativas electorales de cara a las generales, es casi imposible que Rajoy se la envaine. La suerte está echada..., al menos hasta la siguiente encuesta asturiana.

En cuanto al fondo de la actualidad política sólo cabe escandalizarse. El Gobierno y los sindicatos -más verticales que el Naranjo de Bulnes- siguen reuniéndose en un lugar secreto para ver cómo bajan las pensiones a millones de jubilados mientras que ellos tienen garantizada la pensión máxima con sólo ocho años de cotización. Y aún tienen la desvergüenza de hablar de reforma de las pensiones en vez de bajada brutal sobre cifras de miseria. Y aún dicen que no son inevitables los recortes cuando mantienen mil tinglados de los que se aprovechan.

La partitocracia, la casta política y la crisis tremenda explican las encuestas sorprendentes y que, bien miradas, son de pura lógica.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente el «Fandango asturiano», de Rimsky-Korsakov).