Hoy, jueves, a las 13 horas, en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Gijón, se celebrará el acto de entrega de XVII Premio «Gijón, ciudad abierta» a nuestro amigo y contertulio José María Díaz Bardales.

«Viven sin saber por qué, arrastrando sus cuerpos por la maldita tierra que les dio la luz.....». Eran los tiempos del chabolismo gijonés de los portugueses que habían venido a trabajar en la construcción de Ensidesa y en el aeropuerto de Asturias. Lo escribía así una niña, alumna de las Ursulinas, Yolanda Cerra Bada. El cura de Tremañes, José María Díaz Bardales, se ocupó de aquellos seres humanos que malvivían en las chabolas, en varios puntos de su parroquia.

Jesucristo nos examinará en el amor. En el amor al «próximo». Al más necesitado. Eso es la caridad: el amor a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios. Y Cáritas Diocesana lleva haciendo eso, ocupándose de los más necesitados en todas partes. Y José María Díaz Bardales sigue las consignas de Cáritas.

Han pasado muchos años desde que se fundó Gijón, Una Ciudad Para Todos. Reuniones de sacerdotes con seglares, con chabolistas y autoridades..., hasta erradicar el chabolismo en Gijón. Ya no hay chabolas en Villa Cajón, en El Plano, ni en La Picota, ni en La Cábila o en El Arbeyal.

Sin descanso, Bardales pasó de Tremañes a La Calzada. Sigue siendo el mismo. Disconforme con lo que está pasando. Con su propia jerarquía de valores. Y su particular valoración de la jerarquía.

Porque Jesús de Nazaret no vino al mundo para ser servido, sino que vino a servir. Y nos examinará a todos, en el juicio final: «Porque tuve hambre y no me disteis de comer... Fui emigrante y no me acogiste. Estaba desnudo y me despreciaste».

Han pasado los años. Aquella niña del Colegio de las Ursulinas que escribió las líneas antes mencionadas ahora es una profesora y escritora, con varios libros publicados. Gijón, Ciudad Para Todos ya no tiene chabolistas y se dedica a atender a personas con problemas de discapacidad.

Ahora: «Gijón, Ciudad Abierta» reconoce la labor de un cura, de un párroco, que sigue dedicando su vida a los demás. Que sea por mucho tiempo, querido José María, querido «Barda».