Mi hijo acaba de despedirse de su compañero de estudios y amigo, que regresa a Argentina con su familia después de una década de vida en España. Les exilia el mismo paro que en su momento les trajo aquí. España nunca fue El Dorado, pero aquella bonanza ficticia que hoy nos pasa factura propició la llegada de inmigrantes y su posterior reagrupamiento familiar con el sueño de construir juntos una nueva vida.

Entonces regresaban hasta los emigrantes españoles o los hijos de aquellos, jóvenes que cerraban así el círculo que por necesidad habían abierto sus padres. Aprovechando el espíritu emprendedor que les habían inculcado en casa y transmitido culturalmente en sus respectivos países, instituciones como las cámaras de Comercio pusieron en marcha programas de emigrantes retornados para ayudarles aquí a crear empresas en nichos de negocio como turismo, construcción, servicios o sectores vinculados a ellos.

A día de hoy, España vive su segundo año consecutivo con saldo migratorio negativo: salen más personas de las que entran. Se van fundamentalmente jóvenes titulados entre 20 y 35 años, que «se quedan» en Europa -Alemania, Reino Unido, Holanda, Suiza, Francia o países nórdicos-, prueban suerte en Argentina, Chile o Brasil, o se rinden al tirón eterno de EE UU. Chequean en internet portales de empleo internacional o aprovechan la avanzadilla de amigos o familiares que ya están allí, algunos porque fueron emigrantes no tentados por el retorno. El 98% de los universitarios españoles se plantea trabajar fuera de su país de forma indefinida. Un éxodo.

Muchos de esos españoles del nuevo fenómeno migratorio han tenido ya la oportunidad y la voluntad de ejercer su derecho al voto en las últimas elecciones. No es tan sencillo como votar por correo dentro del territorio nacional, tiene su proceso. De hecho, en las últimas elecciones asturianas algunos votos fueron enviados directamente a la Junta Electoral Provincial en vez de al correspondiente Consulado, hecho que, según Foro Asturias, los invalida.

La Junta Electoral Central considera que sigue quedando muy claro quién ha votado y la opción política elegida. El detalle es que la suma de todas esas legítimas voluntades expresadas empata técnicamente a los representantes de PSOE e IU con los de Foro Asturias y PP. Y en estas aún estamos.

En su momento hubo de escucharse alguna reflexión desafortunada que ponía en duda el conocimiento que nuestros emigrantes tienen de su región e imagino que en tiempo real también pudo indignarles a ellos a través de la red. Yo opino que la expatriación forzada y el desarraigo consecuente dan una lucidez sobre las cosas importantes de la vida que ya la quisieran para sí estos próceres nuestros que nos mantienen en desgobierno pertinaz.

Foro Asturias batallará legalmente por invalidar esos votos al tiempo que agota plazos como Gobierno en funciones para configurar el siguiente. Cabría la posibilidad de que finalmente forzara la repetición de todo el proceso del voto ausente. Si así fuera, no sé si nuestros emigrantes -entre quienes crece la abstención, entre otras cosas porque les hacemos cada vez más farragoso el proceso de votar- si encima saben que su voluntad ya expresada se queda en el limbo, en vez de enviar un voto nos mandarán a todos a freír puñetas.

Conviene que revisemos la forma en la que facilitamos la implicación con Asturias de nuestros asturianos en la diáspora, más aún ahora que tantos de los nuestros habrán de probar suerte en ella. Pero sobre todo hemos de hacernos mirar esta tendencia al despropósito en tiempos tan necesitados de mesura.

Hoy, día en el que el amigo de mi hijo vuelve a Argentina, no dejo de preguntarme qué tal se vive en la misteriosa Patagonia y allí, preferiblemente, en el lugar más remoto que encontrarse pueda.