Se unían la semana pasada en el tiempo los actos de las jornadas de la IX Escuela Feminista Rosario de Acuña con las reivindicaciones de los mineros asturianos, y de sus compañeras, en defensa de su puesto de trabajo. La escritora, la militante feminista Rosario de Acuña murió en Gijón en mayo de 1923, va a hacer noventa años. Y en sus escritos vemos en varias ocasiones su solidaridad con el trabajo minero. Con el de los propios trabajadores de la mina y con la labor de sus familias. Por ejemplo, con motivo del Primero de Mayo de 1920 Rosario escribe sobre un viaje que había realizado, un año antes, el 22 de junio de 1919, a Turón, para «ver y entender», nos dice Rosario, a la como ella activista Virginia González. Era entonces Virginia una destacada dirigente socialista, pero enseguida fue una de las fundadoras del Partido Comunista de España.

No se conocían personalmente las dos mujeres en aquel junio de 1919. Se vieron por primera vez aquel día en Turón, y rodeadas de mujeres de mineros. Se conocían sí por sus escritos, y se admiraban mutuamente, pero a partir de entonces se forjó entre ellas una gran amistad. Virginia ya estuvo en Gijón la semana siguiente, el 30 de junio de aquel 1919, hablando únicamente para las tabaqueras y cigarreras, y nos lo cuenta «El Noroeste» apuntando que «la propagandista Virginia González es una de las más completas mentalidades del proletariado femenino».

Rosario acudió a otro mitin de Virginia González -en Gijón, en la Casa del Pueblo de los Labradores, organizado por la Juventud Socialista Gijonesa-, donde se habló de antibelicismo y anticlericalismo. Sobre eso leemos en «El Socialista» del 4 de julio de 1919, entre otras cosas, esto: «Hallándose presente la culta escritora y librepensadora Rosario de Acuña, que había pasado inadvertida durante el acto, se adelantó a la tribuna para obsequiar a Virginia con un hermoso ramo de flores. Al abrazarse ambas luchadoras, el público prorrumpió en una gran ovación». Pero volvemos a aquel mencionado mitin en Turón, en 1919. Nos lo cuenta «El Noroeste» del 24 de junio de 1919 (habla de cinco mil asistentes, «predominando el elemento femenino»); nos lo cuenta la misma Rosario y ofrece también muchos datos un artículo de la propia Virginia. Escribió Rosario de Acuña: «Estreché las rudas manos de aquellos mineros a la vez bravos y dulces, fuertes y tiernos, que esto son los mineros asturianos; llorando emocionados cuando besaba a sus hijos y les encargaba que jamás, ¡jamás!, olvidasen los sacrificios de sus padres».

Pero, lo curioso, ¿cómo fue Rosario desde Gijón a Turón? En tren hasta Santullano y desde ahí hasta Turón, caminando. Como los mineros actuales fueron hasta Madrid. Leemos en «El Noroeste»: «Inesperadamente se presentó en el mitin la insigne escritora, gloria de las letras españolas, doña Rosario de Acuña, que a pesar de su avanzada edad se impuso el sacrificio de venir andando desde Santullano». Y a Virginia González: «La viejecita me contaba riendo las fatigas que había pasado para llegar allí. No encontrando en Santullano coche que la llevara a Turón a aquella hora, y obedeciendo a su deseo, con aquella voluntad de acero, se fue andando unos cuantos kilómetros por un camino muerto donde a trechos se hacía difícil la respiración, debido a los gases que se desprendían de los grandes montones de carbón».

Rosario de Acuña tenía en ese momento casi setenta años.