Con un acto casi eterno se abrió ayer en el Palacio de Congresos del recinto de la Feria Internacional de Muestras de Asturias el camino hacia la elaboración del Plan Estratégico para Gijón (2014-2024), tercero en la historia de la ciudad por más que el equipo de gobierno local, de Foro, crea que es el primero que se pone en marcha.

El primer Plan Estratégico de Gijón se elaboró en el ya lejano año de 1991 y abierto a la participación vecinal aunque algunos ediles actuales no quieran acordarse de ello o simplemente ignoren el detalle. El segundo se planificó en 2002 con duración hasta 2012. A estas alturas nadie sabe qué balance de ambos se ha realizado y quién pudo hacerlo. El olvido del balance es un dato revelador del significado de los planes que se ponen sobre la mesa y que se venden como claves para el futuro inmediato de la ciudad sin que tengan un seguimiento serio y acorde con la importancia que se les quiere dar.

El nuevo Plan Estratégico, presentado al final de su supuesto primer año de vigencia, 2014, y en los últimos días del mandato municipal, coincide en el tiempo, aunque no en la coordinación, con otros planes que caen sobre la ciudad y sus ciudadanos como las lluvias del otoño. El Plan Estratégico se superpone nada menos que al Plan General de Ordenación (PGO) sin que se tenga noticia de que vayan a ser incardinados. Coincide asimismo con el Plan Estratégico de El Musel sin que se conozca alguna referencia que una los planes de la ciudad con los de su puerto. ¿O es que El Musel no es instrumento clave en la economía de Gijón y de su comarca?

Ya en ejecución está el Plan de movilidad sostenible, del que, por ahora, sólo se han visto las peatonalizaciones que tanto están molestando a los vecinos del centro de la ciudad y el carril-bici del Muro de San Lorenzo. De la mejora del transporte, objetivo que figura en dicho plan, aún no se ha hablado.

Como Gijón va sobrado de planes en los últimos días se ha presentado el Plan local de emergencias, así como el Plan de ayudas a mayores de ochenta años, que es un auténtico escándalo. Porque quiere dar la impresión de que con tener más de ochenta se puede vivir poco menos que gratis en Gijón, cuando en realidad sus condiciones son tan restrictivas que hay que sufrir una pobreza extrema para que llegue la ayuda municipal para pagar un recibo.

Los gobernantes foristas anuncian asimismo un Plan de transparencia, sin fecha para su puesta en marcha, que supone una actualización de la web municipal y la posibilidad de seguir los apasionantes plenos del Ayuntamiento por internert.

Rodeados de tantos planes, los gijoneses observan estupefactos cómo la Alcaldesa Moriyón se levanta un día de la cama y se le ocurre pedir que la futura estación intermodal se cambie del sitio previsto hace ya bastantes años. Frente a la planificación, la ocurrencia; frente a la inflación de planes para la ciudad, la falta de ideas.

El tufillo electoralista invade por desgracia la planificación de la póxima década de Gijón, con unos políticos y unos gestores incapaces de sentarse en una mesa y acordar los pasos a dar para mejorar la ciudad y permitir a los ciudadanos vivir mejor. Menos planes y más ideas podría ser el eslogan del Gijón futuro.