Me entero por la calle, a través de un buen amigo, que los trabajadores -no sé si todos o sólo algunos- que prestan servicio en el parador de turismo Monasterio de San Pedro de Villanueva, en el concejo de Cangas de Onís, el auténtico buque insignia del sector hotelero de la comarca, secundaron una huelga, convocada a nivel nacional, por una serie de reivindicaciones laborales. Al parecer, esa controvertida medida tienen previsto aplicarla durante todos los puentes festivos -el siguiente, el de la Constitución, salvo que también tengan algo programado para el de Todos los Santos-, hasta que la patronal ceda en sus pretensiones.

Con la que está cayendo, me parece totalmente absurdo tirar piedras contra tu propio tejado. Y eso es lo que están haciendo, les guste o no. Me consta que esos empleados públicos -aunque no les simpatice demasiado esa palabrota- son envidiados por infinidad de compañeros del mismo gremio del sector en nuestra querida comarca del Oriente, quizá por tener un convenio que poco o nada tiene que ver, por ejemplo, con los del resto de la hostelería del Principado de Asturias. Pero, ¡ay amigo!, con los sindicatos hemos topado, tan en boga cuando, curiosamente, no gobiernan los de su mismo palo.

A todo esto, sin restarles un ápice a las protestas de los trabajadores -son responsables de sus propios actos-, creo que se plantea un grave perjuicio al que nada tiene que ver con la cuestión: el cliente. Sí, señores, una vez más quien viene a gastarse sus dineros para disfrutar de sus momentos de ocio en esta zona del Principado de Asturias, sin ir más lejos a Villanueva o Cangas de Onís, se convierte en rehén. Aún más, no quiero imaginarme lo que podría llegar a ocurrir con algunas bodas o banquetes, encargados meses atrás, que coincidiesen en fechas con la huelga de los empleados públicos del parador de turismo.

Allá ellos y sus reivindicaciones. Son mayores de edad y saben con qué juegan, pese a que podrían salir más que escaldados de ese dilema. Llegar al extremo de promover huelgas en días puntuales de máxima afluencia turística en la comarca del Oriente creo que es algo que únicamente pasa en el sector, digamos, público. ¿Por qué no hacen huelga un lunes o un martes? Me dirán, y no hace falta ser adivino, que no es lo mismo; que no hace daño a la imagen de la patronal, o sea, a Paradores de Turismo. Y claro, las pérdidas económicas de la red -igual que otros sectores públicos- a buen seguro que algún día, si se llega al caso, serán compensadas a costa del bolsillo del contribuyente.

Los trabajadores están en su derecho, igual que los sindicatos que les aleccionan. Hasta aquí todo perfecto. Pero, por favor, no me machaquen a la clientela, que nada tiene que ver con sus reivindicaciones y más en tiempos tan sumamente duros como los actuales. Allá ustedes si prefieren continuar tirando más piedras contra el tejado de la empresa que les da trabajo. Hablamos de todo un lujoso parador de turismo -categoría cuatro estrellas- como es el de Villanueva de Cangas, y no de un pequeño negocio que las pasa canutas para mantener a sus dos o tres trabajadores durante los doce meses del año. No voy a insistir más en el fondo del tema, pero creo que no están nada acertados al poner al potencial cliente al pie de los caballos, como si fuese el responsable de la pugna entre sindicatos y patronal.

Por cierto, y antes de que se me olvide. No hace falta que salga cierto representante sindical de nuestra comarca a reprenderme públicamente -que si soy de aquí, que si soy de allí- por no estar en absoluto de acuerdo, como no podía ser de otra manera, con mi reflexión semanal en el «El Puentón». Sólo voy a decirle una cosa, aunque por delante: estoy francamente orgulloso de haber defendido en su momento, y desde mi modesta tribuna, a los empleados y empleadas del hotel Pelayo de Covadonga, cuando estuvo a punto de echar el candado no hace tantos años y ponerles de patitas en la rue. Aquello sí que era una verdadera tropelía.