El recorrido por la parroquia de San Juan de Villlapañada, tras pasar en capítulos anteriores por Acebedo, La Llinar y Rozadas, continúa hoy por La Llamiega, donde vive Lolo Granda Díaz junto a su familia y que este mismo sábado se pondrá a elaborar sidra casera junto con los suyos. Tiene un pequeño lagar donde lo lleva realizando toda la vida y, este año, como siempre, volverá a embotellar el fruto de la manzana.

De las poblaciones con mayor número de habitantes y, tras Rozadas, es San Juan, que da a nombre a la parroquia, donde también queda un importante número de vecinos . Los edificios más importantes y singulares de esta población son el albergue de peregrinos y la iglesia parroquial. Tal y como recuerda el escritor y natural de esta parroquia, Álvaro Valdés Díaz, nuestro guía en este viaje por su tierra natal, a este lugar llegó la Orden de los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén a principios del siglo XIII para proteger a los peregrinos que realizaban el camino hacia Santiago. Así señalan las fuentes históricas que "el Coto de San Juan de Villapañada tuvo su principio de ser Hospital de Peregrinos de Santiago de Galicia con obligación de hospedarlos y alimentarlos. De esta hospitalidad se fundó un convento de monjas de San Juan".

Con el tiempo las monjas abandonaron las tierras y, tras varias vicisitudes, se instalaron allí los caballeros de la Orden de Malta, conocidos también como los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, quienes junto a la iglesia y su monasterio, pusieron en pie un edificio anexo que serviría como hospital de peregrinos. Así, mientras unos se dedicaban al culto y a la cura de los heridos en el camino, otros defendían a los peregrinos de los peligros que les acechaban en aquellas tierras. Curiosamente en junio de 2009, en lo que fue una cita cultural y religiosa, varios miembros de la Orden de Malta y uno de la Orden del Santo Sepulcro, entregaron al párroco la bandera de la Orden, de fondo rojo y con una cruz blanca de ocho puntas que simbolizan las bienaventuranzas. La enseña se encuentra en el altar de la iglesia, tras la figura de San Juan.

Hasta los primeros años del siglo XIX recuerda Álvaro Valdés, "perteneció el curato de este lugar de San Juan de Villapañada a la Orden de San Juan de Jerusalén. Esta Orden poseía numerosos bienes en el concejo de Grado, Candamo y también algunos en Salas; todos ellos dependían de la Encomienda de Villapañada, a la que también estaban agregados otros de la comarca de Babia, en León". En 1821 Villapañada pasó a ser jurisdicción de Grado y, aunque parece ser que al principio los vecinos se rebelaron alegando tener Ayuntamiento, cárcel y archivos propios, el Coto fue definitivamente incorporado a Grado en 1827. En la actualidad quien atiende a los peregrinos en San Juan de Villapañada en el albergue es Domingo Ugarte. "Este año pasaron por aquí cerca de 3.500 peregrinos. Cada año se incrementa el número y son más los que optan por el Primitivo. Contamos con 22 plazas y está abierto todo el año. Japón, Corea o Australia son algunos de los países más lejanos desde donde han venido", señala.