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Sinfonía de colores en el lienzo

La pintora gallega María Luisa Rojo-Novais hace un guiño al Camino Primitivo en su obra l La artista da especial protagonismo a la mujer

El cuadro titulado "Catedral de Oviedo".

La pintora gallega María Luisa Rojo-Novais Grandío (Novais) presentó parte de su obra este mes en el Centro Asturiano de Oviedo. La exposición se centró en la trilogía "tornados, lunas y mujeres" a la que hay que añadir un paisaje y la plaza de la Sancta Ovetensis, que ella tituló Catedral de Oviedo.

No sé si ha pintado esta vista urbana por deferencia a la tierra en la que expone o si en el fondo subyace un guiño al Camino Primitivo que forma parte del Primer Itinerario Cultural, Gran Itinerario Cultural o Calle Mayor de Europa. Quiero creer que sí y en todo caso si no es así la artista ya posee una justificación. Además fruto del azar esta exposición ha coincido con el simposio internacional sobre el Camino Primitivo.

La relación entre la capital asturiana y gallega es incuestionable y siempre encontramos elementos que lo avalan como la advocación del absidiolo principal de la girola de la catedral de Santiago de Compostela que es la misma que la de la catedral de Oviedo: San Salvador. El cuadro nos abre un escenario con una peculiar concepción de la perspectiva que pretende imitar la perspectiva científica, pero en la que el enlosado de la plaza no dibuja un haz de líneas de fuga; son en todo caso los edificios que hay a izquierda y a derecha de la catedral los que contribuyen a dar profundidad a la composición.

El tratamiento de este paisaje urbano puede resultar fruto de la espontaneidad, cierta ingenuidad, interpretación personal de la perspectiva, colores brillantes y el autodidactismo del que Novais hace gala, sin olvidar la influencia de la fotografía que se identifica en el corte de los edificios que cierran la plaza así como en la fuente situada en el ángulo inferior derecho.

El cuadro es una especie de sinfonía cromática que no se corresponde con las tonalidades dominantes en la realidad, pero tampoco se puede decir que pretenda imitar a Monet en sus vistas de la catedral de Ruoen porque a Novais le interesa más el color que la luz; en todo caso esta se percibe gracias a la luminosidad de su paleta y no al revés.

Si hay algo real en cuanto al color es el agua estancada en el pilón de la fuente. Las manchas de color son el origen de la composición que mediante los trazos verticales, horizontales y oblicuos contribuyen a identificarla de un modo preciso. La concepción del color tan personal es la que lleva a Manuel Fernández Areal a definirla como una consumada experta cromática a la par que muy buena dibujante. Esta opinión supuso la siguiente pregunta: ¿es necesario dibujar bien para pintar bien?. La respuesta de la pintora fue en estos términos: "hay que dibujar, dibujar, dibujar para después poder desdibujar". Recuerdo a Miguel Ángel. El florentino cuando conoció la pintura veneciana exclamó: "¡qué pena que en Venecia no se sepa dibujar!". Efectivamente, Venecia es luz y color.

El dibujo de Novais no es el que reclamaba el polifacético artista del Renacimiento, es un dibujo geométrico porque delimita superficies y cuerpos con color, con esa paleta en la que abundan los azules, naranjas, amarillos, verdes, violetas, rojos y rosas. La catedral de Oviedo forma parte de la serie de paisajes entre los que destacan "Ciudad del Color", "Imperiun", "Catedral de Santiago" y "Plaza de Lugo". La mujer es otro de sus referentes y además suele pintarla o bien de espaldas o de perfil. En el caso de la Maternidad, un retrato de tres cuartos, concibe la escena de la mujer con el niño en brazos ligeramente ladeada, pero la pincelada rosada que parte en dos el rostro de la mujer contribuye a ese gusto por el perfil a la par que nos trae a la memoria la influencia picassiana.

Vuelve a repetirse esa sinfonía de colores tan propia de la artista y es que como ha dicho un amigo de ella: "Sin color no hay Novais y sin Novais no hay color". El dibujo en estos cuadros no es la línea recta, ya horizontal, ya vertical, oblicua, convergente-divergente, es la línea ondulada que infiere un carácter más dinámico y orgánico a la obra, frente a la rigidez e incluso frialdad que impone la línea recta. El remarcar los contornos de las superficies pictóricas evoca a lo que hacía en su momento el postimpresionista Paul Gauguin que consagró la técnica del cloisonismo a finales del siglo XIX. El gusto por la ondulación de la línea nos recuerda el modernismo ondulante, pero cuando contemplo el cuadro "Espera" veo en las líneas a Miró. También en la disposición de esas mujeres de espalda o ligeramente contorneadas recuerdo a Edgar Degas. ¿Por qué pinta Novais a la mujer con esta pose?. Lo responde muy claramente: "porque nunca ha estado en primer plano". Con esta afirmación la artista reivindica la presencia de la mujer en igualdad condiciones que el hombre.

Novais mediante la creación artística sin caer un feminismo exacerbado y radical defiende la posición de la mujer en la sociedad y por ello su obra puede convertirse en un recurso educativo para poner en práctica la igualdad efectiva entre hombre y mujeres.

La verdadera igualdad no es cuestión de sexo, sino de seso, de respeto porque hombres y mujeres tenemos un denominador común: la condición de seres humanos. Asimismo, Novais consolida el papel de la mujer como artista porque estuvo relegada hasta finales del siglo XIX; de hecho apenas conocemos pintoras de la Edad Moderna si bien hubo algunas que ha logrado hacerse un hueco en la historia; por ejemplo Sofonisba Anguisola, Angélica Kauffmann, Ana Meléndez y Francisca Meléndez.

Las lunas son un motivo constante en la obra de Novais. Forman parte de composiciones figurativas en las que la mujer está presente; por ejemplo "Danza Lunar", "Dame Luna", "Luna Violín" y en cuadros en los que la luna es el motivo que da nombre a algunos de sus óleos: "Luna Verdelar", "Lunas de Color".

El satélite de nuestro planeta tiene cuatro fases, cuatro momentos o cambios y por eso le interesa a la pintora porque ella los interpreta como los cambios a los que todos tenemos que enfrentarnos en algún momento de nuestra vida. Es en esta serie de cuadros en los que la influencia de Kandisky es manifiesta. Otra preocupación en su obra son los tornados, líneas helicoidales que a veces semejan a un estirado selenoide.

Forman parte de composiciones claramente abstractas y contribuyen a dar un toque surrealista no figurativo a estos cuadros. El tornado es movimiento, agitación, fuerza, tensión. Me recuerda a los esquemas compositivos de los condenados en el Juicio Final de Miguel Ángel que parecen racimos, pero son auténticos torbellinos. Novais recurre al tornado para expresar los movimientos vitales y lo hace en superficies compartimentadas en superficies de color como se puede ver en Tornado morado. La gama fría de la paleta es una constante en este cuadro. Dentro de la abstracción se enmarcan algunos títulos como "Senderos" o "Quimera azul" en los cuales el color adquiere una fuerte carga expresiva que hace que podamos hablar de una abstracción expresionista; no hay líneas, son planos de color que se insertan y comparten espacio dentro de la composición.

Novais ha creado un estilo en el que la línea, para mí más que dibujo, está en plena armonía con el color. El sábado cuando contemplaba en la villa marinera de Foz las alfombras florales por las que pasaría a hombros la Virgen del Carmen me llamó la atención la composición geométrica y el colorido; enseguida pensé en Novais. ¿Forjaría la pintora ese gusto por el color a partir de las alfombras florales tan implantadas en su tierra o será una simple coincidencia?.

Espero que algún día nos lo diga. Ha recogido las aportaciones del Postimpresionismo, Expresionismo, Cubismo, Surrealismo, Abstracción, Naif y lo ha compaginado de tal modo que hace que su obra sea original jugando con una policromía con diferentes intensidades.

Novais juega con las tonalidades de un modo personal fruto de años de estudio. El gusto por los grandes maestros se refleja en obras como "Dona María Luisa" o "Dona Doctora" en las que la referencia a Picasso interpretando el prototipo de mujer velazqueña es evidente, en Amor y Juego claramente se ve a Cezánne y en Arlequín a Picasso, sin olvidar a Kandinsky en buena parte de su obra, pero ello no impide que sea una pintora singular en la actualidad.

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