Borja Arbesú es algo así como un Nick Hornby en versión oviedista. El británico relataba en su célebre obra "Fiebre en las gradas" episodios de su infancia y juventud ligados a los partidos de su querido Arsenal. Para Borja, todo gira en torno al Oviedo. "Mi primer gran recuerdo de fútbol es el ascenso a Primera en Mallorca. Yo tenía 10 años, ¡cómo olvidarlo! Ah, ese día también hice la comunión", relata. Tiene más: "Me acuerdo de una victoria 3-2 ante el Madrid en el viejo Tartiere, en el 93, con un golazo de Carlos. Ese día sufrí un cólico nefrítico y acabé en el hospital. ¡Pero vaya golazo aquel de Carlos!".

Dicen los que están fuera que la vida del oviedista se exagera en la distancia. Que los triunfos y las derrotan saben diferente, sazonados por la añoranza de la tierra. Argumentan que lo que se echa de menos en la mayoría de las ocasiones en celebrar las cosas -también las malas- con gente que te entiende. Por eso, a Borja Arbesú no se le ocurrió otra cosa que rodearse de personas que comprendieran su sentimiento. De ese razonamiento nace el germen de lo que hoy en día es la Peña Azul Amsterdam, estrenada recientemente en la capital holandesa.

"Buscaba vínculos con el Oviedo", relata el impulsor de la idea. Y los primeros integrantes los tenía en su casa. "Trato de enseñarle a mis hijos qué es el oviedismo. Mi mujer, que es gallega, también lo entiende después de tanto tiempo", explica. El núcleo de la peña quedaba formado de primeras por su círculo familiar: su mujer Belén Díaz-Vieito y sus hijos Borja (4 años) y Rafael (2 años). Borja se dio cuenta de que su labor funcionaba cuando los pequeños empezaron a celebrar los goles en el futbolín con un efusivo "¡gol de Michu!". Como en la mayoría de bares no entendían el concepto de una peña de aficionados a la española, su residencia familiar se convirtió en la sede.

Pronto aparecieron más integrantes. Como Ainhoa Palacio, una chica de Avilés que conoció en la página de Facebook "españoles en Amsterdam": En su perfil vestía la camiseta del Oviedo. José Ramón Blanco fue el siguiente. Madrileño que veranea en Salinas, hijo de asturianos y al que conoció por un amigo del Principado. "Era del Madrid y se convirtió. Al principio me comentaba con asombro: "¡A los del Oviedo no os importa no ganar nada!". Más tarde se unieron Javier de la Riva, ovetense, y Piero Cattarini, de padre italiano y madre española, que es el autor del logo de la peña.

Ahora, solventados los problemas para ver televisados los partidos, todos se reúnen en la improvisada sede de la peña. "Hasta que empezaron a sumarse más aficionados, mi mujer no se imaginaba que podía haber gente como yo", cuenta con una carcajada Borja Arbesú.

Su ilusión contagia y la peña es el fiel reflejo. Ahora, los objetivos de Arbesú y sus compañeros es seguir propagando el oviedismo por tierras holandesas. De la forma más original que se pueda. Borja tiene un pacto con la gente del Players, un restaurante de Amsterdam al que acude habitualmente. El dueño del local tiene una pequeña embarcación, algo habitual allí, y le ha prometido al asturiano que se la prestará en un supuesto: que el Real Oviedo ascienda a Primera. Cuando suceda, porque Borja está convencido de que ese día llegará, tiene permiso para pintarla de azul, decorarla con banderas del Oviedo y mostrar su exultante alegría por los canales de Amsterdam. Él lo llama "sacar la gabarra".