-Tras 19 años en el fútbol profesional le habrán dado miles de consejos. Dígame el que más le ha ayudado.

-Es complicado elegir pero me quedo con uno que me dijo Zubizarreta. Era mi segundo partido con el Oviedo, "Zubi" siempre ha sido mi ídolo y esa semana jugaban ante él. En una radio nos pusieron al teléfono. Recuerdo su frase: "Disfruta como si fuera el último partido". Esa semana jugaba en Mestalla pero a saber qué sería de mí después.

[Un simple paseo por El Requexón un día de entrenamiento servirá para comprobar que Esteban sigue llevando a la práctica la frase de su ídolo. Es el más animado en los ejercicios, el que pica a los delanteros en los ejercicios de finalización, el que aplaude las cosas bien hechas. Al final de cada sesión, repite la misma rutina: golpea la pelota desde su área y con la ayuda de Silvino, el utillero, trata de encestar en la bolsa de los balones. Esteban, padre de dos hijos -Pablo y Mario- tiene 41 años y gestos de juvenil. También una memoria prodigiosa.]

-¿Recuerda su debut?

-¿Que si lo recuerdo? ¡Buf! ¡Lo tengo fresquísimo! Estaba en el banquillo, Mora era el titular, y yo debía jugar a continuación con el filial. Manolo, el médico, me había dicho que comiera algo porque habíamos almorzado a las 12.30 y el filial jugaba a las 7. Así que estaba con una mandarina cuando de pronto expulsan a Mora.

-¿Qué piensa?

-¡Jolín! En ese momento no te das cuenta de nada, te pilla de sopetón. Pero mucho mejor así, sin pensarlo. Porque la semana siguiente, que volví a jugar, tuve tiempo para reflexionar y la responsabilidad crece. Me lo tomé como una oportunidad que no todo el mundo tiene. Debutar no dependía de mí, pero aprovechar esa oportunidad sí.

-Y vaya si la aprovechó. 19 años en los campos?

-Me encanta lo que hago. Mucha gente me pregunta por mi retirada y les contesto que no lo sé. No soy un yogur con fecha de caducidad. Dependes de la motivación. Conozco compañeros que podían haber seguido y lo dejaron por estar cansados. Yo de momento no me planteo la retirada.

-Pero algún día se levantará y pensará: "Qué hago yo a mi edad en esto?".

-Ya? Pero voy a dejar a mis niños al colegio y me encuentro al padre de un compañero que tiene que subirse al andamio. Al final pienso, voy a entrenar, en mi casa, en mi equipo? Enseguida encuentras motivación para ir a entrenar con una sonrisa. Soy un privilegiado. No lo veo como una obligación.

-¿Ha cambiado mucho el fútbol en estos 19 años?

-Muchísimo. En algunas cosas para bien; en otras, no tanto.

-¿Los entrenamientos son diferentes?

-La nomenclatura sobre todo. Hace años al futbolista se le trataba como a un atleta, pero luego el trabajo de la semana es parecido. La pachanga de antes ahora es fútbol modificado. El "reducido" de ahora tenía otro nombre. Se le ha puesto mucho adorno, pero en esencia es similar.

-Anquela decía hace poco que echaba de menos que hubiera más futbolistas.

-Estoy de acuerdo. Cuando yo llevaba ventipocos partidos en el primer equipo comenté en una entrevista con LA NUEVA ESPAÑA que ya me consideraba futbolista de Primera. Al día siguiente Tabárez me llamó a su despacho. Me preguntó por el número de mi camiseta. Le dije que el 27, que era un dorsal reservado para los chicos del filial. Él me explicó que para ser jugador de Primera había que jugar por lo menos 100 partidos, que yo no tenía aún empaque y que lo normal es que al día siguiente volviera al filial. Tenía razón en todo. Hoy hay chavales que antes de debutar ya dan entrevistas. Algunos incluso tienen el coche del club. El gran problema es que te creas futbolista antes de tiempo.

-Tabárez era serio?

-Un día salimos a entrenar Mora, Cano y yo, los tres porteros, riéndonos. Y Celso Otero, del cuerpo técnico, nos mandó regresar y nos metió tal caña que Mora acabó vomitando. En aquellos momentos era lo normal. Te hacías futbolista a partir de una disciplina. Antes jugabas contra el Mérida y todos nos sabíamos de carrerilla el once de ellos. Y eso que no había el acceso a la información de ahora.

-¿Y Aragonés?

-El entrenador que más me marca en el fútbol, junto a Lucas Alcaraz. Luis sabía de fútbol, pero además tenía mucha experiencia en la vida. Me ayudó mucho. Me advertía: cuidado con el dinero, con los amigos, con las compras? Decía que el contrato más importante era el de la rubia. Se refería a la mujer. Sus charlas eran únicas, un motivador. Yo le vi coger una silla para lanzársela a Nadj...

-Disfrutó de un Oviedo fuerte en Primera.

-Lo ves con perspectiva e impone. Yo vi al Tartiere silbar a Dely Valdés marcando 15 goles en Primera. Por aquí pasaron futbolistas de un nivel impresionante. Ahora un ascenso a Segunda es como la Champions, es un enfoque diferente.

-Raras veces se lesiona?

-El año pasado una fisura en la costilla y en 2003 rompí fibras. Nada más.

-¿Suerte o trabajo?

-En parte es suerte. Librarte de un golpe es fortuna pura y dura. Michu se rompió a los 4 minutos en Zaragoza; me podría haber pasado a mí. Aunque también depende en parte de cada uno. Yo no soy un ejemplo en el tema alimenticio pero nunca he cometido excesos. La clave es conocerte. Hay días que puedes ir al 100 y vas. Pero otros tienes que ir al 90. Y hay otros días en los que te toca acostarte a las 9 de la noche y no hay otra solución. Conocer tu cuerpo es fundamental.

-¿Cuánto ha influido la familia en su carrera?

-Muchísimo, es un pilar en mi vida. Mi mujer (Nuria) lleva conmigo desde los 16 años, ya venía a los campos de Tercera. Y ahora nos toca disfrutar. Hemos hecho un buen equipo con mis hijos. Yo lo que quiero que ellos entiendan es que se puede ser futbolista y llevar a los niños al colegio a las 8 de la mañana. La espina que tengo es que mis hijos no hayan nacido antes para vivir la época buena del Oviedo en Primera.

-¿Y si le hubieran llamado de Rusia o de Catar?

-Soy un afortunado. Mire las ciudades en las que estuve: Avilés, Oviedo, Madrid, Sevilla, Vigo, Almería. Ciudades fáciles para vivir, con buenos colegios, con calidad de vida. Si tienes que ir a un destino lejano se complica. Llevar a los niños al colegio, cenar con ellos, acostarlos? Eso es calidad de vida. Prefiero vivir ese día a día que ganar dinero y perderme esas cosas.

-¿Algún destino en el que le hubiera gustado jugar?

-Me queda ahí una espina con Inglaterra, Escocia o Estados Unidos, donde hay buena calidad de vida y encima a tus hijos les dan inglés.

-¿La mayor alegría de su carrera es el ascenso en el Carranza?

-Sería injusto decirlo, pero sí. Es la mayor alegría. Por cómo salió: fue como un guión que escribí. y se cumplió tal cual. Eso es muy difícil de conseguir en el fútbol. Vine para conseguir eso.