El oviedismo siempre responde y ayer volvió a demostrarlo. En un partido que se jugaba tarde, a las 21 horas, y en un miércoles laborable, el Tartiere registró la segunda mejor entrada de la temporada. Solo el partido ante el Cádiz, al que acudieron 15.684 personas, supera los 13.701 espectadores que ayer animaron al Oviedo en el municipal ovetense.

Un público entregado con su equipo, que vibró con el juego desplegado por los de Aquella en el primer tiempo y que empujó hasta la última acción a los azules en busca del tanto que les diera la victoria. La noche prometía. Uno de los ídolos de la grada, el ovetense Saúl Berjón, abría el marcador y culminaba el dominio azul. La megafonía acompañaba ese entusiasmo gritando eso de "gol, gol, gol del 'Turu' Berjón".

Pero al final el principal foco de atención para la grada acabó siendo el colegiado. La afición azul protestó mucho la actuación de Ocón Arraiz. El riojano fue capaz de enfadar a los dos equipos justo antes de enviarlos a los vestuarios. Una acción en la que el Oviedo pidió un penalti sobre Toché acabó con una peligrosa contra del Tenerife que el árbitro cortó cuando se aproximaban a la portería de Juan Carlos justo en el momento en el que se cumplieron los 45 minutos de juego. El enfado de las dos partes fue visible.

En la segunda mitad continuaron las protestas y el Tartiere se fue calentando poco a poco. Una segunda parte en la que el Oviedo necesitó y encontró el apoyo de su afición. Y es que el Tenerife se sacudió el dominio azul de la primera mitad y empezó a plantar batalla a un Oviedo que acusó el esfuerzo de los primeros 45 minutos.

Aitor Sanz, el capitán del Tenerife, que también lo fue en su día del Oviedo, se sacó de la manga un pase imposible con el exterior para que Juan Villar pusiera las tablas cuando aún no se había alcanzado el ecuador del segundo acto. Jarro de agua fría para el equipo. Pero la grada de animación no tardó en coger las riendas para dar ánimos a unos futbolistas que veían como una vez más se les escapaba una ventaja en el marcador.

El apoyo surgió efecto en el juego y el Oviedo echó de nuevo atrás al Tenerife, que enseguida se conformó con sumar un punto. Y cuando los azules se fueron arriba volvieron algunas de las decisiones del colegiado a poner de los nervios a una afición que se desesperaba al ver que todas las cartulinas amarillas (todas menos una) eran para un equipo azul al que le señalaron más del doble de faltas que a su rival.