Oviedo / Gijón / Avilés,

E. F.-P. / J. C. GEA / I. PULIDO

La del pasado sábado no fue una noche blanca, por más que quieran llamarla así. No, qué va. Fue una noche llena de tonalidades: las de la paleta de Luis Repiso en la galería Murillo, en Oviedo, trabajando sobre el lienzo a la vista de decenas de personas, por ejemplo, o las de la música de Pablo Moro, que llenó la antigua plaza del Pescado y sus aledaños, con largas colas para entrar en el local y los bancos del exterior ocupados de jóvenes dispuestos a disfrutar del concierto y del botellón. A toro pasado y confidencialmente, muchos confiesan que sus expectativas sobre la asistencia de público eran escasas, ahora admiten estar sorprendidos, se felicitan por ello y se sienten más animados para afrontar la carrera por la capitalidad cultural europea conjunta de Oviedo, Gijón y Avilés.

El Museo de Bellas Artes de Asturias batió récords. Con una variada programación de música clásica, tradicional y danza recibió a lo largo de la noche 1.824 visitas. Hasta su director, Emilio Marcos Vallaure, se extrañó de la afluencia de público y posteriormente el concejal de Cultura, José Suárez, informó de que esa noche, en cuatro horas, recibió más gente que cualquier otro día de su historia. Algo parecido debió suceder en el Café Español. Sólo entre las diez y las doce de la noche más de quinientas personas se pasearon entre las esculturas de Santiago de Santiago. En las galerías abundaron las proyecciones, los talleres de pintura, los conciertos y las copas de cava; la gente charlando a sus puertas anunciaba la proximidad de una nueva sala abierta. Fueron diez en total y tanto en el centro como en la periferia no cesaron de recibir visitas.

Lo mismo ocurrió en Gijón. Ciudadanos de toda edad y condición disfrutaron de la variadísima y atinada programación que urdieron las ocho galerías participantes en la iniciativa y la Fundación Municipal de Cultura, que abrió cuatro escenarios de conciertos y tres sedes de danza contemporánea. La «movida» sabatina y la convocatoria del Principado se mezclaron con naturalidad y muchos de los que habían salido sin noticia del acontecimiento se sumaron a lo que se fueron encontrando. No fue ese el caso de la alcaldesa Paz Fernández Felgueroso y el concejal de Cultura, Justo Vilabrille, que salieron de casa dispuestos a apoyar este «tour de force» tripartito por la capitalidad.

Ambos fueron testigos, en un largo «vía crucis» blanco, de la buena acogida que los gijoneses dispensaron a una agenda nocturna que empezó con los niños embobados ante la cuentacuentos Beatriz Sanjuán en el sótano de Propuestas Van Dyck y se cerró, ya bien entrada la madrugada y con aires de fiesta, en El Arte de lo Imposible, Altamira, Espacio Líquido o Mediadvanced, que aprovechó su privilegiada ubicación ante el Muro para montar una terraza de documentales y copas. Pero los momentos más multitudinarios se vivieron en la explanada del Museo del Ferrocarril, junto a la playa de Poniente, con «Avalanch», «McCoyson», Fran Gayo y «Arma X». Escenarios más escondidos como la Ciudadela de Capua y las Termas también registraron una buena asistencia. Y en el resto, animación y humor: un juego de espejos en Gema Llamazares, un fascinante mural en Altamira a seis manos -las de Nava, Fernández y Soto-; «performances» de Iglesias y sombras chinescas de Inés.

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