Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

«Medio Oviedo aprendió inglés con él». Joseph Raymond García, neoyorquino de nacimiento y casín de origen y corazón, enseñó inglés a centenares de ovetenses en estos últimos cuarenta años, y lo hizo hasta unas semanas antes de su fallecimiento, que se produjo ayer por la mañana en Oviedo a los 81 años. Incluso en el Hospital Central Universitario, donde estaba ingresado, había ejercido la docencia hace años, impartiendo clases de inglés a varios médicos. Alicia García Riera, una de sus cuatro hijos, comentaba a LA NUEVA ESPAÑA que entre sus alumnos se encontraban varias generaciones de asturianos. La enseñanza y la familia eran sus grandes pasiones y a ellas dedicaba todo su tiempo con una entrega absoluta.

Raymond García era un hijo de la emigración que retornó a su tierra. Nació en Nueva York, donde se habían establecido sus padres, Florinda Pérez y Manuel García Palacio, que procedían de Candás y Campo de Caso, y allí transcurrió la primera parte de su vida. En Estados Unidos comenzó su trayectoria profesional, inicialmente vinculada a una cadena alimentaria y más tarde como empresario. Su ascendencia asturiana se impuso y en la segunda mitad de la década de los sesenta decidió instalarse en Oviedo, donde comenzó a hacer uso de su título de profesor. Dio clase durante muchos años en la London School y también en la York School, la academia fundada por su hija Alicia. Enseñó inglés a los diputados de la Junta General del Principado -Ovidio Sánchez y hoy su rival político Juan Morales fueron dos de sus alumnos- y a la escritora Ángeles Caso, entre otros. Y lo hizo también en el diario LA NUEVA ESPAÑA, en el que mantuvo sus clases hasta hace unas semanas.

La muerte le sobrevino de forma imprevista. Había combatido con gran valentía un cáncer de garganta y algunos problemas cardiacos, según relató ayer a este diario su yerno Juan Urquiola, casado con Susana García Riera y padre de tres de sus nietos. Tuvo que ingresar para una nueva intervención y estando en el Hospital, el Domingo de Ramos, sufrió un infarto que lo obligó a permanecer unos días en la unidad de cuidados intensivos. Superó ese nuevo embate con fortaleza y hace un par de días los médicos lo trasladaron a planta. Su familia confiaba en su recuperación y en su vuelta a casa, pero su corazón ya estaba muy debilitado y ayer por la mañana volvió a fallar. Esta vez su voluntad de vivir no pudo nada contra la muerte.

Hombre de gran memoria, preciso en los datos y con un humor muy asturiano, su sentido de la exactitud era prodigioso. Al hablar de una montaña no tardaba mucho en citar los metros que medía. Al aludir a cualquier acontecimiento recordaba sin dudar su fecha histórica. Raymond García contrajo matrimonio con Celsa Riera, procuradora y concejala de UCD en el Ayuntamiento de Oviedo en el período en el que Luis Riera Posada, su primo, ocupó la Alcaldía. Tenía poco más de 20 años cuando Celsa decidió casarse con quien por aquel entonces era un joven emprendedor americano. Con él se instaló durante unos años en Nueva York, ciudad en la que dio a luz a su primera hija. Celsa coincidió en el hospital con la actriz Elisabeth Taylor, una anécdota que le gustaba relatar a Raymond para demostrar que la sanidad en los Estados Unidos no es tan elitista como se creía en España.

La muerte de Celsa hace tres años, como consecuencia de un accidente en la casa familiar de Campo de Caso, supuso un duro golpe para Joseph Raymond García. Familia y trabajo fueron su consuelo.

Raymond y Celsa tuvieron cuatro hijos: Alicia, Rosa, Susana y Eloy. Sólo la primera reside actualmente en Oviedo, el resto se reparte entre Madrid, Zurich y Ponferrada, ciudades que solía visitar el matrimonio. La saga de los García Riera se amplió con los matrimonios de los hijos y con el nacimiento de los nietos: Ignacio y Alicia; Inés y Eloy; Claudia, Paula y Juan; Pelayo y Mencía.

Sus parientes y sus amigos lo despedirán hoy con una ceremonia de la palabra que se celebrará a las seis menos cuarto de la tarde en la capilla del tanatorio de Los Arenales de Oviedo. El lunes, a la una y cuarto de la tarde, habrá un funeral por su eterno descanso en la que fue su iglesia parroquial, la de San Juan el Real, y mañana, en Campo de Caso, se oficiará una misa en su memoria, a las diez de la mañana en la iglesia de San Juan.

«Era una persona pausada, que afrontaba la vida con tranquilidad y con una gran valentía», opina Juan Urquiola. Y su hija Alicia cuenta que era él quien organizaba las reuniones familiares, disfrutando de tenerlos a todos juntos a su alrededor. Era un trabajador incansable. «Hubo un tiempo en que daba 14 horas de clase diarias», comenta Alicia García.

Disfrutaba con la música, ésa era una de las razones por las que le gustaba vivir en Oviedo, y amaba viajar. Pero su polifacética personalidad no se quedaba ahí. Practicó el tiro al arco durante algún tiempo y era un gran cazador, deporte en el que se ejercitaba en el concejo de Campo de Caso, donde solía pasar los fines de semana y donde su hermano Manuel ejercía como médico. Era un neoyorquino orgulloso de ser asturiano que eligió América para sus años más jóvenes y retornó a la tierra de sus padres en su madurez. Nunca descuidó su alma asturiana y también nunca dejó de ser un perfecto anglosajón.