Oviedo, P. Á.

«Un hombre piadoso, fervoroso, sencillo, humilde, que no levantaba la voz». Así definió ayer el padre carmelita Virgilio Arroyo al químico Luis Bousoño Prieto, fallecido el martes en Oviedo a la edad de 88 años. El funeral, celebrado en la parroquia de los Carmelitas, registró una nutrida asistencia que incluyó al poeta Carlos Bousoño, premio «Príncipe de Asturias» de las Letras y hermano del difunto, quien a sus 87 años se desplazó desde Madrid para seguir el oficio religioso desde una silla de ruedas acompañado de su esposa, Ruth Crespo.

Nacido en Boal, Luis Bousoño estudió la carrera de Química en la Universidad de Oviedo y, a continuación, en plena posguerra, se trasladó a México. En el país azteca residió por espacio de veinte años y allí nacieron los cuatro hijos que tuvo con su esposa María Nieves García. Varones todos ellos, tres son médicos y uno abogado.

«Inicialmente trabajó en la Fundidora de Monterrey, una empresa similar a lo que aquí era por entonces Ensidesa», relata Manuel Bousoño, psiquiatra e hijo del fallecido. Más tarde se dedicó a la gestión de ranchos y explotaciones agrícolas. En 1968, la sospecha de un cáncer que luego se quedó en nada le trajo de nuevo a España, donde quiso ser visto por el famoso urólogo catalán Antoni Puigvert. Superado el trance, recaló en Asturias, donde se dedicó principalmente a la construcción y a una empresa creada con varios parientes que desarrollaba trabajos auxiliares para la siderurgia.

«Era un hombre entrañable y sonriente, feliz, muy afable y con una gran capacidad de empatía», subraya su hijo Manuel, quien, junto a su madre y sus hermanos, recibió a lo largo de la jornada las condolencias de un numeroso volumen de familiares, amigos y conocidos. También hubieron de atender llamadas de México, «de mucha gente humilde a la que mi padre ayudó mientras vivió allí», precisa Manuel Bousoño.

Los restos mortales de Luis Bousoño fueron incinerados por la mañana. Una urna con las cenizas fue depositada delante del altar poco antes de las seis de la tarde. Los acordes de un violín y un cello acompañaron la eucaristía, a la que asistió, llegado expresamente de México para el funeral, Juan Luis Prieto, hermano del afamado cellista mexicano de origen asturiano Carlos Prieto. Ambos eran primos del fallecido.

Con Virgilio Arroyo concelebró la misa Alejandro Sanzo, sacerdote originario de Boal y amigo de los Bousoño. La homilía fue pronunciada por el carmelita, quien rememoró sus 16 años de relación de amistad con el finado y su esposa. La misa concluyó con la lectura, a cargo de una nieta de Luis Bousoño, de unos versículos bíblicos del libro de los Números: «Que el Señor te bendiga y te proteja. Haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Te descubra su rostro y te conceda la paz».