Oviedo, M. S. MARQUÉS

Un grupo de pacientes del servicio de oncología radioterápica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) viene padeciendo desde hace unos meses las continuas averías de una de las máquinas que aplican el tratamiento a las enfermas con cáncer de mama, con la consiguiente interrupción de la terapia que deben seguir.

La última avería, la pasada semana, causó conmoción entre las enfermas que, según declaran a LA NUEVA ESPAÑA, ya no resisten más y exigen que los responsables sanitarios den solución a los fallos del acelerador lineal y que se garantice que su recuperación no va a sufrir más interrupciones. El acelerador es un aparato crucial en la recuperación porque de su precisión en la emisión de radiación para exterminar el tumor y de la continuidad de las sesiones de radioterapia recomendadas por el radioncólogo depende la eliminación de la enfermedad.

Sin embargo, en los últimos meses, los tratamientos se están viendo alterados por las continuas averías del aparato, con lo que eso supone de trastorno para las casi 50 mujeres que acuden cada día al HUCA para recibir radioterapia. Al cansancio y al temor que produce la enfermedad se une, en su caso, la angustia de no saber qué va a pasar ni cómo va a afectar a su tratamiento el hecho de no poder dar continuidad a las sesiones tal como están programadas por los médicos.

Alguna de las afectadas con las que ha podido hablar este periódico ha contabilizado cuatro averías del acelerador desde finales del mes de agosto, dos de ellas importantes, que dejaron la máquina fuera de uso durante varios días, con el consiguiente parón en el tratamiento. La última se produjo el miércoles de la pasada semana y el dispositivo no volvió a entrar en funcionamiento hasta ayer, martes, obligando a reprogramar todos los tratamientos para distribuir en otros aparatos al mayor número de pacientes posible, pero sin poder ubicar a todas, lo que supone que algunas personas tuvieran que posponer la sesión hasta que el aparato volviera a entrar en funcionamiento.

En algunos casos, el hecho de perder sesiones de radioterapia por las citadas averías entraña que una vez retomado el tratamiento haya que añadir dos radiaciones más a las estipuladas de antemano para evitar posibles retrocesos. En otros casos, los pacientes que acababan de empezar y únicamente llevaban tres o cuatro sesiones ven suspendido el tratamiento para volver a empezar desde el principio una vez solucionada la avería.

Todo este trajín de citas y reprogramaciones, de interrupciones de tratamiento y de falta de respuestas y soluciones por parte de la gerencia aporta un plus de angustia a un colectivo de mujeres que ya carga con su propio vía crucis desde que le fue diagnosticada la enfermedad.

Muchas de ellas ya han pasado complicaciones que han alargado su convalecencia más de lo deseado y ven con preocupación el retraso que están padeciendo en la última etapa del tratamiento.

Ahora exigen una solución para que ninguna otra avería vuelva a paralizarlo. No tienen inconveniente en trasladarse a otro hospital ni en acudir a cualquier hora, pero no quieren exponerse a nuevas interrupciones. Están convencidas de que estas paradas no son beneficiosas para su recuperación aunque nadie ha sabido o querido explicarles aún las repercusiones que pueden tener a medio plazo.

En general, cuando echan la vista atrás, las pacientes sólo tienen buenas palabras para los médicos y el personal sanitario que las han atendido desde el inicio, tanto en el Hospital Monte Naranco como en el de Jarrio o en el HUCA. Hablan maravillas de las oncólogas y del servicio de radioterapia, que «se han desvivido para que el mayor número posible podamos continuar con las sesiones». Pero menos entusiasmo les produce la respuesta de algún responsable de área. «Llegaron a decirnos que la máquina estaba bien mientras no les dijeran lo contrario y calificaron los fallos de paradas técnicas», aseguran las mujeres.

Un portavoz de la Consejería de Sanidad, tras lamentar el malestar de los pacientes por las averías y los trastornos que generan, afirmó que «ya se están planteando alternativas posibles como el Hospital de Jove en caso de que la máquina vuelva a dar problemas. Si hay necesidades asistenciales, pueden ser derivados o otros centros», añade.

Para Sanidad, los fallos del acelerador «no han afectado ni puesto en riesgo la continuidad de los tratamientos y mucho menos la salud de los pacientes». Añaden que las averías se han reparado en el menor tiempo posible, teniendo en cuenta que se trata de aparatos de alta precisión y mantenimiento complejo. Desde el Principado también quieren agradecer el esfuerzo del personal de radioterapia por la rapidez y efectividad con la que se realizó la reprogramación.

El acelerador lineal modelo Precise que se utiliza en el HUCA para dar radioterapia a los enfermos de cáncer es un aparato que los propios médicos consideran ya amortizado después de once años de actividad intensa. Estaba previsto que su actividad se hubiera apagado con la entrada en funcionamiento del nuevo hospital y la incorporación al mismo de nuevas tecnologías de radioterapia, pero los retrasos en la apertura del equipamiento han obligado a que siga activo.

Desde Sanidad no se plantean ningún cambio de maquinaria en estos momentos y consideran que el viejo acelerador está en condiciones de seguir ejerciendo su función a pesar de que pueda dar algún problema técnico. Asimismo, despejan las posibles dudas sobre el retraso en la construcción del «búnker» para el nuevo hospital, un emplazamiento que, aseguran, ya tiene preparada la instalación donde se ubicarán los tres aceleradores con los que va a contar, dos nuevos y uno de los tres que actualmente están en funcionamiento en el HUCA.