En un reciente artículo publicado en este diario con el título "¿Asturias como el País Vasco?", dice su autor, don Sergio Rezzonico, que le parece que algunos están empeñados en romper la armonía y la pacífica convivencia que por suerte tenemos en Asturias, inventándose hechos diferenciales inexistentes. A continuación, relata el autor los males que, para él, supone la enseñanza de la cultura y la lengua asturianas.

Es evidente que el señor Rezzonico manipula malintencionadamente hechos y conceptos que, en nuestro caso, no se corresponden con la realidad.

Los asturianos somos un pueblo viejo que heredamos de nuestros ancestros un rico patrimonio identitario que usted, honestamente, no nos puede negar. Y al igual que otros pueblos de España, tenemos derecho a conocerlo y preservarlo a través de la enseñanza, para disfrutarlo y como un estimable valor a respetar.

La armonía, señor mío, consiste en conciliar las diferencias, no en impedirlas ni en negarlas. Y, finalmente, quienes hacen imposible la pacífica convivencia son las actitudes ideológicas excluyentes y totalitarias que confunden la unidad de España con la uniformidad, no la praxis democrática, que consiste en respetar las diferencias evidentes de una España étnicamente rica y plural.

Es débil el reino que no tiene más que una lengua y costumbres uniformes ("unius linguae uniusque moris imbecille et fragile est regnum"), máxima del rey San Esteban de Hungría, cuya validez sigue siendo actual.