Como ocurre muchas veces, las grandes ideas llegan de la forma más inesperada. En el caso del realizador gallego Álvaro F. Pulpeiro la inspiración le llegó por una vía tan inusual como el hecho de buscar el acta de defunción de su tatarabuelo, cuyo óbito se produjo en la explosión de un barco en Uruguay. En aquel viaje a Montevideo en busca de un pedazo de la historia familiar Pulpeiro vio la oportunidad de adentrarse en una historia poco conocida, en ocasiones hostil para las personas ajenas: la de la vida en los barcos pesqueros que tocan puerto de cuando en cuando, en los que la realidad se diluye tal y como la conocen quienes viven en tierra firme.

El joven realizador presenta hoy su documental "Nocturno. Fantasmas de mar en puerto", dentro de la sección "Llendes". Es el fruto de un trabajo que nació "de forma un poco accidental, nunca lo pensé de antemano", reconoce. Pero con el paso de los meses y de los años la idea fue cogiendo peso hasta tomar forma. La de "una ficción de frontera", elaborada a razón de mes y medio de embarque al año durante tres temporadas en el "Ilha Brava", un pesquero con bandera portuguesa y con capitán gallego. Un trabajo nada fácil, porque en este mundo se crea una suerte de burbuja en la que "no se acepta la presencia del extraño".

Por eso mismo, Pulpeiro ha procurado que su trabajo interfiriera lo menos posible en el barco. "No fui allí a robarles el alma, ni como experto ni como periodista". Su esfuerzo se centró en dejar constancia documental del trabajo de unos hombres que "no son personajes, son sujetos". Unos hombres que se enfrentan al anhelo de "estar cerca pero tan lejos; querer tocar pero no poder sentir". O lo que es lo mismo: llegar a puerto y toparse en la mayoría de ocasiones con la decepción, la falsa ilusión de alcanzar una vida como la de la tierra firme sin hacerla realidad. En este contexto el trabajo del joven realizador se ha basado en la máxima de la observación respetuosa de unos marineros que "son gigantes, trabajan de forma muy dura y a la vez mantienen una sensibilidad casi tribal que va más allá del ser humano; en el barco todo se transforma en un ritual, los cantos, rezar, lavarse...". Y por el medio, la influencia de las nuevas tecnologías que acercan a alta mar todo aquello que se ha quedado en tierra.

El trabajo "sensorial" de Álvaro F. Pulpeiro se estrenó en la Universidad de Nueva York. Hoy se puede ver en Gijón.