Covadonga aúna religiosidad popular y espiritualidad culta, dos fenómenos complementarios que conviven desde los inicios mismos del santuario.

José Luis González Novalín ya ha cumplido 65 años como sacerdote. Doctor de Historia Eclesiástica por la Universidad Gregoriana, en Roma, y exrector de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, el religioso naveto cumplirá noventa años en el próximo mes de enero y ayer en el RIDEA demostró estar en plena forma con su conferencia dentro del ciclo sobre Covadonga.

"Hay ya un algo de religiosidad popular que se deja ver en las primeras crónicas medievales, la Rotense, la Ad Sebastianum y la de Alfonso III. No sé si la batalla de Covadonga fue grande o no. Muy grande no pudo ser si analizamos el escenario, pero la importancia de las batallas se mide por las consecuencias, y Covadonga las tuvo imparables. De Covadonga sale una cosa nueva", señaló Novalín.

Esas crónicas medievales apenas mencionan a la Virgen. La Rotense, escueta, relata el encuentro de Don Pelayo con el obispo Don Opas, que le pide explicaciones por el lugar elegido para hacerse fuerte. "Nosotros hacemos esto en nombre de Cristo, somos pocos pero confiamos en él". A la Virgen no se la menciona, "van a la batalla en nombre de Cristo".

Verdades y fábulas

José Luis González Novalín se refirió a la visita de Ambrosio de Morales, "un gran erudito" que llega al santuario en 1572, camino de Compostela, y en su informe destaca "la grande devoción que se tiene en esta tierra" asturiana. Ambrosio de Morales es un intelectual con espíritu crítico y sabe filtrar "porque escucha relatos de la gente y se da cuenta de que hay cosas verdaderas, y todas mezcladas de fábula".

Ese espíritu crítico le sirve, entre otras cuestiones, para darse cuenta "de la total decadencia del monasterio", atendido por pocos religiosos que ni siquiera viven en Covadonga sino en La Riera, y que suben solo dos días a la semana para dar misa a los escasísimos peregrinos que se dejaban caer por el lugar.

Tras el megaproyecto frustrado de basílica en tiempos de Carlos III, González Novalín hizo hincapié en la figura legendaria del arzobispo Benito Sanz y Forés, "restaurador, dinámico, joven y con buen gusto, al que se le cae el alma a los pies cuando visita el santuario y exclama: Pero ¿esto es Covadonga? En julio de 1877 Alfonso XII activa el primer barreno para la construcción de la actual basílica".

Novalín calificó la peregrinación de la imagen de La Santina por toda Asturias, tras la guerra civil, como un "hito", una "riada de devoción".

"¿Era piedad culta o religiosidad popular?", se preguntó el conferenciante. Ambas cosas porque "cada uno aportaba lo que tenía en el alma".