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Apoteosis barroca en Oviedo

La contralto Sara Mingardo y la agrupación asturiana "Forma Antiqva" - hicieron un viaje por el siglo XVII italiano que enamoró al público

En primera fila, Mingardo, la chelista Ruth Verona y los hermanos Aarón, Pablo y Dani Zapico. MIKI LÓPEZ

La sala de cámara del Auditorio de Oviedo, casi con todas las localidades ocupadas, aclamaba a la contralto Sara Mingardo y a los integrantes de "Forma Antiqva" tras el concierto de ayer dentro de la Primavera Barroca. Al término del concierto, Aarón Zapico, director y clave de "Forma Antiqva" quiso agradecer al Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y a Antonio del Moral y a Cosme Marina, programadores del ciclo, la oportunidad para permitirles tocar en Oviedo de nuevo. Zapico incidió en su eterna vinculación con Asturias, "independientemente de cualquier pacto o acuerdo" que exceda del ámbito musical. También tuvo palabras para Sara Mingardo y su magnífica disposición y, por supuesto, al público que llenaba la sala.

El programa que Mingardo y "Forma Antiqva" interpretaron ayer tarde giró en torno al "Seicento" (el siglo XVII en Italia) y su torrente sentimental, con obras de Monteverdi, Merula y Falconieri, entre otros.

Uno de los grandes atractivos de la velada fue la posibilidad de contar con la contralto Sara Mingardo, "una leyenda en materia de música antigua", como se refirió a ella Aarón Zapico. Su voz, potente, muy bien proyectada y con un color vocal hermoso, con un vibrato natural perfectamente controlado en todo momento.

Mingardo supo ser muy versatil a la hora de expresar todos los afectos escondidos en esta música. Otro aspecto importante fue la dicción y cómo la utilizó para enfatizar los cambios emocionales de los personajes que interpretó.

Desgarradora fue la interpretación del "Lamento d'Arianna", recreándose en la disonancia, muy dramática, pero creíble. Supo canalizar durante su actuación los diferentes estadios de desolación y rabia por los que pasa el personaje. "Forma Antiqva" no se quedó en un segundo plano a la hora de acompañar a Mingardo, sino que desempeñaron una función activa que repercutió en el buen balance sonoro de todo el concierto. También hubo espacio para la música instrumental, con incidencias en ritmos de danzas y explorando en materia de improvisación.

Los momentos virtuosísticos no fueron demasiados pero sí implicaron tanto a la contralto como a la agrupación asturiana, y el público los disfrutó enormemente, lo que se dejó sentir en sus aplausos y sus vítores.

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