Dicen siempre los escritores y los guionistas que hacer llorar es mucho más fácil que hacer reír, pero la gente de las cuencas, que somos así de gallos, somos capaces de provocar ambos sentimientos a la vez. Aunque lo de Mieres se asemeje más al esperpento.

Así llevamos años explotando la tragicomedia del cerco a Mieres, llorando por los rincones, y utilizando los medios para difundir una opinión que se acompaña con "datos reales", pero como suele decir el propio Aníbal Vázquez: las medias verdades son las peores mentiras, algo que practica muy bien este equipo de gobierno, la coalición que lo sustenta y sus trompetas de Jericó.

El último ejemplo es el supuesto abandono de Mieres en los presupuestos del Principado y la cifra utilizada, 160.000 euros. Ellos mismos se desmienten y anuncian la contratación de desempleados a través del programa Actívate que costea el Principado y que suponen más de 200.000 euros.

No tiene piedad el opinador oficial cuando no tiene en cuenta todas las partidas, Bienestar Social, Sanidad, Educación y las del resto de consejerías, que llegan a Mieres y cuya suma asciende a varios millones. Eso no cuenta, se conforma con ser la voz de su amo. Esta utilización partidista de una cifra, más que una mentira es una manipulación malintencionada hacia la opinión pública. Lo acaban de explicar los rusos: la clave está en la desinformación. Con ella, aunque se reviente con la verdad absoluta, siempre queda el peso de la duda.

Ahora rómpanse ustedes la cabeza, pero esa cifra ya queda.

Si se trata de dar números escandalosos debería, ese mismo emisario, opinar sobre los miles de euros que se han malgastado en recursos judiciales, en informes de consultorías y asesores que no han servido para nada. Solo con esa partida podrían haberse atendido muchas de las reclamaciones por falta de mantenimiento o abandono de los pueblos de Mieres.

Claro que a la ciudadanía de Mieres tampoco se le explica cómo se gastan nuestros impuestos, porque no han presentado aún ni un borrador del presupuesto local, no han rendido cuentas nunca. Un día salen diciendo la maravillosa gestión que han hecho, al otro culpando a los trabajadores y al siguiente al Principado de no poder hacer nada. Pocas veces se quejan de los recortes o los incumplimientos del Gobierno central y desde luego jamás admiten sus errores aún cuando estos hayan costado, en apenas cuatro años, más dinero del que reclaman a otros.

Pero repiten su lastimera queja por cada rincón y utilizan a los voceros como amplificadores. Mientras nos conformemos con culpar a los demás y no exigir el trabajo propio seguiremos en esta rueda. Y Mieres se merece más que una rueda que perderá fuerza hasta detenerse y caer.